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INTERNACIONAL

Estados Unidos apaga la luz

El precio del megavatio se ha multiplicado por 10 en un año. Los ecologistas ya hablan de 'negavatios'Los californianos que rebajen su consumo de electricidad un 20% no sufrirán aumentos en sus tarifasLa crisis energética que comenzó en California amenaza ahora con dejar sin electricidad a Nueva York y a los Estados de Arizona, Delaware, Iowa, Oregón, Washington y Wyoming

Enric González

Estados Unidos está apagando luces y bajando al mínimo los climatizadores y lavando sólo lo imprescindible. Mientras la Casa Blanca prefiere cerrar los ojos, el país se dispone a afrontar un verano de escasez energética. La consigna que circula por casi todos los Estados es ahorrar electricidad, aunque sólo California y la ciudad de Nueva York parecen condenadas a sufrir apagones en los próximos meses. La crisis que empezó a sentirse en la ciudad de San Francisco, en junio pasado, ya es un problema de envergadura nacional que amenaza a los Estados de Arizona, Delaware, Iowa, Oregón, Washington y Wyoming.

La escasez y el brutal encarecimiento de los megavatios, cuyo precio se ha multiplicado por 10 como promedio en un año, empieza a causar distorsiones insospechadas en la industria. Las fundiciones de aluminio de Washington y de Oregón, por ejemplo, están paradas desde diciembre, y seguirán así al menos hasta octubre. Sus 10.000 trabajadores cobran puntualmente por quedarse en casa, porque las empresas ganan más dinero que nunca. No con el aluminio, sino con la electricidad. Compañías como Northwest Aluminium y Kayser Aluminium tienen contratos de suministro con Bonneville Power Administration (BPA), la agencia federal que produce casi la mitad de la electricidad que consume la region, de acuerdo con los cuales reciben 1.500 kilovatios mensuales, a 23 dólares por kilovatio. Pero ahora mismo el kilovatio se paga a 300, o incluso 350 dólares, en el mercado libre. ¿Conclusión? Northwest Aluminium revende la energía y hace un gran negocio.

Los problemas llegarán en octubre, cuando expiren esos contratos y Northwest Aluminium y las demás empresas del sector se encuentren con las nuevas tarifas. BPA cree que, en las condiciones más favorables para la industria, puede ofrecer el kilovatio-hora a 33 dólares. Ni un centavo menos. Y las fundiciones dejan de ser rentables cuando el kilovatio sube de los 30 dólares. BPA, por otra parte, incluirá en los nuevos contratos una cláusula que prohibirá la reventa. Ante la perspectiva de que todo el sector tenga que cerrar definitivamente, la compañía eléctrica propone que las fundiciones renuncien a consumir su cuota de energía y mantengan la situación actual de suspensión de la actividad al menos hasta la primavera de 2002; BPA se ofrece a pagar parte de los salarios de los trabajadores, a la espera de que los precios del mercado eléctrico recuperen niveles tolerables.

La crisis eléctrica se ha plasmado en una palabra, inventada por la organización ecologista Sierra Club: negavatio. Un negavatio es un megavatio no consumido y ahorrado. 'Reducir el consumo es hoy un deber patriótico', afirma Gray Davis, gobernador de California. Los californianos han reaccionado, y en febrero consumieron un 8% menos que en el mismo mes del año anterior, pero eso aún no es suficiente. 'Si conseguimos rebajar la demanda un 10% en las horas punta, es muy probable que nos libremos de los apagones en verano', dice Davis, a pesar de que el secretario de Energía, Spencer Abraham, considera los apagones 'inevitables'. Las ventas de fluorescentes, que gastan un 30% menos que las bombillas, se han triplicado, y las de congeladores se han reducido a la mitad.

Incredulidad californiana

Los californianos no creen que falte realmente energía. Según una encuesta publicada por el diario Los Angeles Times, el 57% de ellos opina que los productores eléctricos han aprovechado las torpes leyes liberalizadoras vigentes en California desde 1998 para manipular el mercado y hacer subir los precios. Eso no impide que el 90% se declare dispuesto a 'hacer lo posible' para ahorrar energía. Les va mucho dinero en ello. Las empresas y particulares que logren rebajar su consumo un 20% no sufrirán aumentos en las tarifas, o incluso gozarán de descuentos; quienes gasten lo mismo que el año pasado, o más, sufrirán incrementos del 46%, si son clientes de Pacific Gas & Electric (que la semana pasada suspendió pagos), o del 42%, si están abonados a Southern California Edison.

En realidad, Estados Unidos dispone, globalmente, de suficiente producción eléctrica. El problema, al margen del encarecimiento y de la catastrófica liberalización californiana, es que está mal repartida. La Costa Oeste es la franja con mayores dificultades porque los dos Estados tradicionalmente excedentarios, Washington y Oregón, han sufrido una larga sequía que ha reducido la capacidad de generación de las centrales hidroeléctricas, y California, con un déficit creciente, paga el precio que sea por los escasos kilovatios de sus vecinos del norte. Los Estados centrales disfrutan de un gran superávit, pero no hay red que les permita exportar hacia el oeste.

El Estado de California ya ha gastado 4.000 millones de dólares (700.000 millones de pesetas) en la compra de electricidad, porque las distribuidoras, al borde de la ruina, no pueden hacerlo. Además, el Estado acaba de realizar una emisión de deuda pública por un importe de 10.000 millones más (más de 1,7 billones de pesetas) para seguir comprando.

Nueva York, el otro Estado que encara un verano alarmante, tiene producción de sobra. Lo que falla en su caso es la red: el cableado carece de la capacidad suficiente para transportar electricidad a la ciudad de Nueva York y a Long Island, las dos zonas de mayor consumo. Manhattan, por ejemplo, tiene un déficit de 400 megavatios en las horas punta. 'Si no incrementamos de forma significativa la capacidad de producción en la ciudad, nos ocurrirá lo que ocurre en California', advierte el alcalde Rudy Giuliani. Como medida de emergencia, la Autoridad de Energía de Nueva York instalará 10 pequeños generadores en las subestaciones de reparto de la red, cada uno con una potencia de 44 megavatios, para tratar de evitar los apagones.

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