El PP suaviza el protocolo de fusión de sus 6 fundaciones para evitar rivalidad
Aznar firmará las condiciones de la entidad resultante que presidirá
José María Aznar anunció durante la celebración del XIII congreso nacional del Partido Popular, hace ya algo más de dos años, su intención de aglutinar todas las fundaciones del partido en una, más grande y potente, que sostendría la línea de 'centro reformista' que se consagró en esa convención. Los primeros preparativos tardaron en comenzarse. Y cuando se abordaron tropezaron con todo tipo de inconvenientes. 'Los mismos que se observan en cualquier fusión bancaria', se defiende un dirigente del PP implicado en la definición de este proyecto.
Las fundaciones en la órbita del PP son seis, manejan un presupuesto global que suma casi 2.000 millones de pesetas, emplean a 60 personas y dan cabida a más de 130 patronos nacionales e internacionales. La Cánovas del Castillo la preside Carlos Robles Piquer; la liberal Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, la preferida de Aznar, la encabeza ahora Esperanza Aguirre y la dirige Alfredo Timermans, director de su gabinete de estudios en La Moncloa; la Fundación Popular Iberoamericana la controla José María Robles Fraga, hijo de Robles Piquer; la Fundación de Estudios Europeos la supervisa Gerardo Galeote, portavoz en Estrasburgo; la democristiana Humanismo y Democracia la lleva ahora Íñigo Cavero; y el Instituto de Formación Política lo preside Rodolfo Martín Villa, pero bajo la batuta en realidad del diputado José Antonio Bermúdez de Castro, secretario ejecutivo en el área de Formación que coordina Mercedes de la Merced.
Finalmente, el informe jurídico y las auditorías encargadas para solventar alguno de estos obstáculos han recomendado el sistema de fusión frente al de absorción. Es lo que quería, además, la dirección del partido para evitar nuevos roces entre los responsables de algunas de esas entidades. En una cena que el secretario general del PP, Javier Arenas, celebró hace algo más de un mes con todos ellos, el veterano Robles Piquer, presidente de la conservadora Cánovas del Castillo, marcada por la impronta de Manuel Fraga, dejó mudos de asombro a los demás comensales cuando propuso llegar a la fundación única por el método de que las otras fundaciones se integrasen en la suya porque era la más antigua. Nadie le replicó en ese momento. Luego, en corrillos y en privado, responsables de diversas fundaciones hicieron llegar a Javier Arenas y a Mercedes de la Merced que nunca aceptarían esa solución.
Proyectos humanitarios
Robles Piquer había ofrecido esa salida de la absorción ante el inconveniente que se encontró de llegar a la fusión con algún colectivo que además de actividades políticas desarrollaba también proyectos humanitarios a través de ONG. Actuaciones ahora prioritarias tanto para la fundación Cánovas, que maneja más de 1.000 millones de presupuesto, como para Humanismo y Democracia. La alternativa que se halló fue desgajar de Humanismo una nueva organización estrictamente para proyectos de cooperación fuera de la megafundación.
Hubo quien cuestionó también la fusión con el argumento de que se podía perder dinero procedente de las instituciones públicas. Esa razón se desmontó también señalando que eso no sucederá, entre otras razones porque el PP está en el Gobierno y todos los partidos reclaman más financiación. El PP pretende consensuar con los responsables socialistas no sólo un aumento en las partidas públicas dirigidas a las fundaciones, sino también que se permitan aportaciones privadas a las mismas.
El protocolo de fusión que Arenas quiere ver firmar a José María Aznar -el acto se ha retrasado por ajustes de agenda del presidente- no aclarará sin embargo grandes cosas sobre cómo será la nueva gran fundación del PP. Es más, no precisará nada más que la orden de iniciar, ya formalmente, el proceso de fusión y de extinción de cada una de las seis existentes con el objetivo de llegar a puerto el 1 de enero del año 2002. También señala que estará estructurada en tres institutos.
El protocolo ni siquiera revelará ahora el nombre de la nueva fundación, dónde estará su sede, ni el número de sus patronos (que serán menos que la suma de los actuales, algunos presidentes latinoamericanos), ni su verdadero responsable ejecutivo. Todo eso se perfilará en los próximos meses.
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