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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Zaragoza arrebata media Liga al Deportivo

La expulsión de Djalminha por una brutal entrada dejó sin respuesta al cuadro gallego

Xosé Hermida

El Deportivo anticipó en siete días su semana de pasión. Salió de Leeds el pasado miércoles con una cruz de tres goles a cuestas y ayer pasó por La Romareda como si el estadio del Zaragoza fuese el Gólgota. Un vía crucis de efectos devastadores para el cuadro de Javier Irureta, que en sólo cuatro días ha quedado al borde de la eliminación en la Copa de Europa y en la Liga ha dejado escaparse al Real Madrid, tal vez definitivamente. Al Zaragoza le bastó con ser un poquito mejor en la primera parte y vivir en la segunda de la estúpida actitud de Djalminha, quien, si ya sembraba dudas por su mediocre rendimiento fuera de casa, ayer se autoexpulsó con la segunda parte recién iniciada y dejó a su equipo sin margen de reacción alguno.

ZARAGOZA 2| DEPORTIVO 1

Zaragoza: Juanmi; Pablo, Aguado, Paco, Sundgren; Juanele (Ferrón m. 80), Acuña, José Ignacio, Vellisca; Jamelli (Garitano m. 80) y Esnáider. Deportivo: Molina; Manuel Pablo, César, Naybet, Romero; Valerón (Emerson m. 57), Donato; Makaay (Scaloni m. 69), Djalminha, Fran; y Pandiani (Tristán m. 63). Goles: 1-0. M. 41. Jamelli, desde cerca. 2-0. M. 83. Esnáider, de fuerte disparo. 2-1. M. 85 Naybet, de cabeza. Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Djalminha (m. 48) y amonestó a Pablo, Naybet y Donato. Unos 25.000 espectadores en el estadio La Romareda de Zaragoza.

El choque nació descosido, enredado en un constante trasiego de un campo a otro, y los dos equipos se atascaron en ese ir y venir de la pelota. Nadie supo manejar el partido y, a pesar de la actitud abierta de ambos conjuntos, el fútbol quedó bajo mínimos, con un sinfín de imprecisiones que, por momentos, confirió al duelo cierto aire chusco. Durante la primera parte, las áreas fueron zona prohibida. Hasta que Jamelli abrió el marcador, un momento antes del descanso, los porteros habían disfrutado de jornada de asueto.

Con todo, el Zaragoza tuvo más la pelota y la administró con mayor determinación. Aun sin poner en verdaderos apuros al Deportivo, bastante firme atrás, el conjunto de Luis Costa tuvo al menos una actitud más resuelta para buscar la portería. El Deportivo, sin embargo, se fue al descanso con el pobre bagaje de un solo remate entre los tres palos. Irureta había dispuesto una alineación inusual, con Valerón y Donato en el doble pivote, Pandiani en punta y Makaay escorado a la derecha. En teoría, una propuesta de perfil atacante. Sólo en teoría. Los propósitos del Deportivo se quedaron a medio camino porque le faltó destreza en el manejo de la pelota. Valerón y Donato tardaron más de veinte minutos en coordinarse y encontrar acomodo en el corazón del campo. Por ahí exploró el Zaragoza hasta dar con el modo de imponer un leve dominio. A Makaay tampoco se le vio suelto en la banda. Lo mejor que hizo el holandés en el primer tiempo se produjo siempre en las ocasiones en que logró aparecer por el medio, su hábitat natural.

Sin presencia alguna por los costados -de Fran no hay noticias desde hace muchísimo tiempo- el Deportivo sólo fue capaz de inquietar un poco cuando Djalminha soltó alguno de sus excelentes pases a la espalda de la defensa rival. El Zaragoza, en cambio, encontró mejor el modo de abrir el campo, y las incursiones de Juanele y Vellisca fueron normalmente un aviso de peligro. El gol, en el momento en que el partido parecía más nivelado, nació en Vellisca, cuyo centro dio origen a una jugada hermosa, una doble pared entre Esnáider y Jamelli que acabó rematando el segundo.

Si el momento en que llegó el tanto, a cuatro minutos del descanso, ya le adjudicada un pernicioso efecto psicológico para el Deportivo, el inicio de la segunda parte terminó por amedrentar definitivamente al cuadro de Irureta. El juego se reanudó con un remate de Acuña a la madera y, apenas un minuto después, Djalminha se empeñó en estropear el partido y tirar la Liga al vertedero. Tantas veces fascinante, Djalminha tampoco pierde ocasión de mostrar su vena más detestable. Su barriobajera entrada a José Ignacio -le metió los tacos en el tobillo desentendiéndose del balón- resultó temeraria desde todos los puntos de vista: por el riesgo de lesionar al contrario y porque fue tanto como suplicar la expulsión. Que le fue concedida.

Pese a ver a su rival totalmente quebrado, el Zaragoza renunció a resolver el choque con rapidez. Prefirió replegarse, dejar que el Depor se enfangase en su propia impotencia y lanzar un contragolpe a cada robo de balón. Con un esfuerzo encomiable, y aunque sin demasiadas ideas, el Deportivo llevó la iniciativa sin ocasionar por ello grandes sobresaltos al Zaragoza, cuyas réplicas sí que hicieron trabajar a Molina. La sentencia se demoró hasta el tramo final y, en esa ocasión, el Depor tampoco tuvo suerte, ya que el árbitro no vio una posible falta de Esnáider a César antes del remate del segundo gol. En todo caso, la derrota del Depor y su posible adiós a la Liga ya venían desde mucho antes. El tanto final de Naybet sólo aportó una pizca de suspense.

Manuel Pablo controla la pelota en presencia de Esnáider.
Manuel Pablo controla la pelota en presencia de Esnáider.EFE

Esnáider acudió a su cita con el gol en La Romareda

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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