Los semáforos del centro de Valencia apenas dejan tiempo para cruzar a los peatones
Els Verds denuncian la falta de sensibilidad ciudadana y el riesgo de accidentes
Cruzar por muchas de las calles del centro de Valencia es una acción que realizan miles de ciudadanos diariamente. Pero no por cotidiana y común está exenta de peligro, sobre todo para las personas mayores, con difiultades motrices o las que han de empujar el carro de la compra o el cochecito de un bebé. Muchos de los semáforos más concurridos de esta parte de la ciudad apenas dejan tiempo para que el peatón pase al otro lado de la calle. Tras cronometrar y medir los semáforos más conflictivos del centro de Valencia, Els Verds han denunciado la situación y el riesgo de accidentes.
El semáforo que regula el tráfico frente a la plaza de toros, en la calle de Xàtiva, es uno de los más llamativos. El espacio que separa la amplia vía se ha de cubrir en un total de 34 segundos, durante los cuales la luz del semáforo está parpadeando un poco menos que la mitad del intervalo, señala el portavoz de Els Verds, David Hammerstein. Los automovilistas cuentan con un minuto y 27 segundos. En consecuencia, el transeúnte debe cruzar la calle a una velocidad en torno al metro y medio por segundo. Excesiva, como se puede comprobar observando los apuros de muchos peatones para culminar la operación. Así lo atestiguaron algunos transeúntes que presenciaron la medición.
Hammerstein apunta que, según algunos estudios realizados, una persona en edad de trabajar camina a una velocidad de alrededor de un metro por segundo, mientras que algunos ancianos dan pasos de 0,4 metros por segundo.
Els Verds han medido otros de los semáforos más transitados y también conflictivos. El de la plaza de Tetuán, ante Capitanía, tarda 35 segundos en ponerse en rojo para los peatones; el del Pont de Fusta, 26 segundos; el de la Glorieta, calle de General Palanca, 24 segundos; el de la calle de Alicante, que conduce a la Estació del Nord, 20 segundos, siendo el tiempo de espera de un minuto y cuarenta segundos. Esta calle es muy estrecha, pero las grandes aglomeraciones a causa de los usuarios del tren provocan situaciones de riesgo.
Aunque, posiblemente, el caso más paradigmático de la ciudad de Valencia sea el de los semáforos de la Gran Vía-Marqués del Turia, una avenida dividida por unos jardines. Como ya denunciaran hace unos años Acció Ecologista Agró, sólo con una excelente velocidad explosiva, más propia de los deportistas de élite, es posible cruzar esta avenida de parte a parte sin detenerse a esperar varios minutos en el centro.
Un caso similar ocurre en la calle de Navarro Reverter, muy transitada debido a la proximidad de los juzgados de instrucción. El escaso margen para cruzar por completo la calle obliga a la gente a esperar el cambio de disco del semáforo en la reducida isleta, produciéndose aglomeraciones con el consiguiente riesgo para los transeúntes.
A todo ello se une la tendencia de muchos automovilistas valencianos a iniciar la marcha cuando el semáforo aún está en ámbar.
Hammerstein subraya el riesgo de accidente que implica un acto cotidiano que en muchas ocasiones se ha de concluir con el semáforo ya en verde para los coches por la falta de tiempo.
La tiranía del coche
Valencia, una ciudad llana, en la que las distancias no son muy largas, no es, sin embargo, cómoda para los peatones ni para los usuarios de la biclicleta, un medio de locomoción ecológico que, a pesar de sus numerosas ventajas, no se ha extendido por la falta de tradición y de una política de promoción fuerte. Además de la escasa existencia de calles y plazas peatonales y del uso indiscriminado del vehículo, los semáforos se convierten en algunos casos en obstáculos para el peatón. El que camina por la ciudad no lo tiene nada fácil frente a la tiranía del que circula con su coche. 'Y eso que en un semáforo transitado es mucho más numerosa la gente que espera cruzar la calle que la que va dentro del coche', afirma David Hammerstein. Una situación que el portavoz de Els Verds no duda de calificar de 'antidemocrática'. Hammerstein propone que el Ayuntamiento de Valencia tenga mayor sensibilidad con el peatón, que implica una sincronización de los semáforos en función del tráfico motorizado y de los peatones que regula. El representante ecologista recuerda cómo en algunas ciudades vascas, como Vitoria, las relaciones entre el peatón y el conductor están totalmente reguladas, y en la mayoría de los casos, en beneficio del primero.
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