El ministro cubano de Exteriores arremete contra Piqué por entrevistarse con "terroristas" en Miami
El jefe de la diplomacia cubana, Felipe Pérez Roque, criticó ayer duramente a su homólogo español, Josep Piqué, por el reciente encuentro que sostuvo en Miami con directivos de la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana, comparando el hecho a "una reunión del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba con los integrantes de un comando de ETA".
Roque consideró "inexplicable" el encuentro entre el ministro español y "un grupo de personas pertenecientes a una organización terrorista, participantes directos en el financiamiento de los ataques con bombas contra hoteles de la capital cubana que provocaron la muerte a un turista italiano" y que también estuvieron detrás de "varios intentos de atentado contra la vida del presidente Fidel Castro". "Me asombra", agregó, "que un país con las sensibilidades y los dolores que ha provocado el terrorismo (...) no sienta escrúpulos para reunirse con un grupo de mafiosos que han sido condenados internacionalmente".
Roque aseguró que en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra acaba de aprobarse una resolución de condena al mercenarismo en la que se pusieron en evidencia los vínculos de directivos de la FNCA con varios actos terroristas contra Cuba. "Espero me explique las motivaciones que tuvo para reunirse con el dueño de uno de los fusiles calibre 50 que fueron incautados al comando que se dirigía a isla Margarita para asesinar a Fidel castro".
El funcionario cubano afirmó, sin embargo, que respetaba los pronunciamientos del rey Juan Carlos durante la visita a Miami y la cena en la que conincidió con un grupo de exiliados cubanos. "Sabemos que en su alma anida un sentimiento de respeto y simpatía por un pueblo hijo y nieto de españoles que han sabido defender con dignidad su apego a la independencia".
Roque hizo estas declaraciones durante la última jornada de la 105 Conferencia de la Unión Interparlamentaria, en la que, a propuesta de Cuba, se aprobó una resolución de condena al terrorismo. El canciller cubano consideró que las relaciones con el Gobierno español, que precisamente ayer nombró nuevo embajador en La Habana, están "estancadas", a diferencia de lo que ocurre con las relaciones económicas y entre ambos pueblos, que son buenas.
La unión de los disidentes
Precisamente esa conferencia interparlamentaria ha sido aprovechada por el atomizado movimiento disidente cubano para tratar de recuperar espacio y respaldo internacional aprovechando la presencia en La Habana de 1.400 legisladores de 120 países del mundo. Durante el encuentro, que concluye hoy, los principales opositores han sostenido contactos con políticos europeos y latinoamericanos, a quienes han explicado su visión de la situación de los derechos humanos en la isla.
"Hay un interés de diversas delegaciones de reunirse con nosotros y esto es señal no sólo de que existimos, sino de que nuestro punto de vista tiene una importancia creciente", afirmó el disidente socialdemócrata Elizardo Sánchez. Sánchez y otros opositores al Gobierno de Fidel Castro consideran que la disidencia está viviendo un "momento importante"; aseguran que por primera vez en mucho tiempo se han firmado varios documentos conjuntos y que recientemente un centenar de líderes de pequeños grupos han apoyado una plataforma común llamada Proyecto Varela.
Éste fue concebido hace varios años por el disidente democristiano Osvaldo Payá. Su pretensión es reunir las 10.000 firmas que exige la Constitución cubana para pedir al Parlamento que convoque un referéndum, en el cual los cubanos se definirían sobre la conveniencia de introducir cambios políticos en la isla sobre cinco aspectos: libertad de expresión y asociación; amnistía para los presos políticos que no hayan participado en hechos violentos; autorización para que los cubanos tengan sus propias empresas; una nueva ley electoral, y, si se aprueba el referéndum, elecciones en el plazo de un año.
En un hecho insólito, el proyecto fue suscrito en marzo por 116 grupos opositores, la mayoría minúsculos y que raramente se ponen de acuerdo. Entre éstos hay grupos de derechos humanos, periodistas independientes, sindicatos, ONG, bibliotecas independientes y partidos políticos casi desconocidos, muchos de los cuales están infiltrados por la policía.
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