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BACHIR RACHDI | SECRETARIO DE TRANSPARENCY INTERNATIONAL EN RABAT

'La corrupción frena el desarrollo de Marruecos'

A la entrada del Hospital Mulay Abdallah de Mohamedia, una ciudad costera al norte de Casablanca, los pacientes recibían en febrero información sobre sus derechos, al tiempo que se les disuadía de que distribuyeran propinas para lograr una cama o acceder a determinadas curas.

Los que les atendían en el vestíbulo eran militantes de Transparency International, una organización de lucha contra la corrupción que cuenta con una rama en Marruecos. Junto con Líbano, es el único país árabe donde tiene presencia esta asociación de origen alemán.

'La atribución de una cama por parte de un administrativo del establecimiento hospitalario, el suministro de una determinada medicina por parte de un enfermero, son momentos propicios para la corrupción', afirma Bachir Rachdi, de 40 años, presidente de una pequeña sociedad y secretario general de Transparency International en Marruecos. La asociación cuenta con unos 250 miembros, en su mayoría empresarios, abogados e intelectuales.

La corrupción en el ámbito de la sanidad es, según Rachdi, 'una de las más dramáticas', pero no la única. Marruecos está sumido, según un documento de la asociación, en una situación de 'hipercorrupción o de corrupción sistemática' a pequeña y gran escala. 'Este fenómeno es el principal obstáculo para el desarrollo económico del país', asegura Rachdi.

Los inicios no fueron fáciles. Cuando en 1996 se creó la organización marroquí, 'los poderes públicos manifestaron su hostilidad' hasta el punto de no registrarla, recuerda su secretario general. 'Hubo presiones sobre algunos afiliados y hasta se les convocó a la prefectura' (gobierno civil). 'La acogida que nos reservó la sociedad civil fue, en cambio, muy favorable'.

El año 1999 fue el de las grandes ilusiones y no sólo porque un nuevo rey, Mohamed VI, accedió al trono en julio. Un mes antes se creó el Comité Nacional de Lucha contra la Corrupción, integrado por varios ministerios, organizaciones empresariales y en el que se invitó a participar a Transparency.

Cinco meses después, el comité aprobó un plan de acción que incluía desde la creación de servicios de acogida e información del público en las administraciones hasta un incremento de los poderes de los inspectores generales del Estado. 'El plan no ha sido prácticamente aplicado', se lamenta Rachdi. 'Sólo la campaña de sensibilización en los colegios se ha llevado a la práctica'.

El comité 'se ha convertido', denuncia el secretario general, 'en un mero foro de intercambio de información entre los participantes carente de medios y no autorizado a tomar iniciativas'. 'Es un cascarón vacío'.

Rachdi achaca este 'frenazo' a la guerra contra la corrupción 'al ambiente general que prevalence ahora en el país'. 'Tras un primer momento en el que se produjeron avances en materia de libertades públicas (en el segundo semestre de 1999 y el primer semestre del año pasado), ahora predomina el temor a los supuestos excesos'.

'De todas formas se ha roto un tabú', recalca el empresario. 'Se ha suscitado una expectación por parte de la opinión pública'. 'Es más, con relación a hace unos años hay un retroceso limitado de la corrupción'. 'Hasta hace poco era, por ejemplo, imposible obtener un certificado de empadronamiento o una partida de nacimiento sin soltar un billete'. 'Ahora, en algunas ciudades, se puede evitar'. 'En los hospitales, en cambio, las cosas apenas han mejorado'.

¿Se pueden hacer negocios en Marruecos sin sobornar o ser sobornado? 'Nuestra empresa -Involys, dedicada a la gestión del patrimonio inmobiliario- existe desde 1996 y nunca ha cedido', contesta Rachdi. 'Va bien. Podría, eso sí, haber ido mejor. Incluso a buena parte de los empresarios que se doblegan les gustaría operar en un marco más transparente. Para los inversores extranjeros es todavía más fácil no caer en las redes de extorsión. Marruecos ha perdido, no obstante, mucha inversión a causa de este fenómeno'.

Bachir Rachdi.
Bachir Rachdi.

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