El milagro, esfumado
Pedro Carra, único torero que está en activo de la Escuela de Calahorra, anuncia su retirada
Pedro Carra, de 29 años, es el último torero de la Escuela Taurina de Calahorra (La Rioja) que ha decidido retirarse de la profesión. Su caso se asemejaría al de tantos otros matadores frustrados si no fuera porque se trata del pionero de una terna de jóvenes coletudos nacidos en esa localidad de La Rioja que ha visto cómo en el plazo de unos años se han esfumado todos sus anhelos de gloria. A finales de la década de los ochenta, Calahorra -una ciudad de apenas 20.000 habitantes- vivió una época prodigiosa en su esfera taurina; algunos la adjetivaron como el milagro de La Rioja Baja. Tres de sus vecinos más jóvenes, casi unos niños, Pedro Carra, José Antonio Pérez Vitoria y Víctor García El Víctor, habían tomado la firme resolución de ser toreros. Con el apoyo de un pequeño grupo de aficionados locales y del club taurino de la ciudad, se organizó una escuela de tauromaquia en miniatura donde aprendieron sus primeras lecciones lidiadoras. Curro Lamana, un modesto banderillero, ejercía de profesor.
Todavía se recuerda en la ciudad una triunfante novillada en la que alternaron los tres, llenaron la plaza y se vieron con posibilidades de dar el salto al escalafón superior. Pero ninguno contaba con un padrino de relumbrón y en aquellos años ya era muy habitual pagar por torear.
Carra tomó la alternativa en 1992 y puso el último cartel de 'no hay billetes' en el coso de su ciudad. Por esta plaza han pasado después figuras como El Juli o Jesulín de Ubrique y no lo han conseguido. Debutó en Logroño cortando orejas y pronto se especializó en ganaderías del tipo de Cebada Gago o Juan Luis Fraile, con las que materializó sus triunfos más importantes: cuatro trofeos en La Manzanera en cinco corridas de dichos hierros.
Pérez Vitoria se doctoró en su ciudad en 1994 tras recibir dos años antes una pavorosa cornada en el cuello durante la feria de las novilladas de Arnedo. Dotado de excelentes condiciones artísticas, tuvo la suficiente fuerza de voluntad para proseguir en la brecha. Al final, ni tan siquiera tuvo la recompensa de debutar en Logroño. Aburrido y hastiado, fue el primero que decidió quitarse del toreo.
Víctor García El Víctor, el más joven de los tres, tomó la alternativa en 1996. Su camino fue muy áspero y hasta 1999 no logró entrar en los carteles de San Mateo. Eso sí, en una sustitución de última hora y tras haber sido, sin una sola corrida toreada, el gran triunfador de la feria de su ciudad. Se retiró el año pasado tras ver cómo en Calahorra los dos astados que le correspondieron no le dieron la oportunidad de intentar un solo muletazo. De hecho, su recogida sollozante entre barreras constituyó una escena de hondo patetism. Ahora compagina su trabajo en una fábrica con sus labores de peón de brega del rejoneador de 17 años Sergio Domínguez.
Pedro Carra ha anunciado que esta temporada, tras nueve como matador y un bagaje de unas 50 corridas, se marcha del toreo. Confiesa que con este anuncio sólo aspira a despedirse de las plazas de La Rioja y sueña con poder hacerlo de la de Logroño, escenario de sus principales triunfos, en el nuevo coso promovido por la familia Chopera, que tiene prevista su inauguración el próximo 21 de septiembre con reses de Victorino Martín: 'Espero que haya una mínima sensibilidad dada mi trayectoria en esta plaza. Si no se da el caso, lo que tengo muy claro es que no voy a mendigar absolutamente nada', afirma Pedro Carra.
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