El Salón de la Enseñanza y la danza
El pasado 25 de marzo fui al Salón de la Enseñanza. No fui, como otros años, para informarme de las posibilidades que nuestros jóvenes tienen para acceder a otros estudios una vez acabados los obligatorios, sino para ver las representaciones que hacían los alumnos de diferentes escuelas de danza.
Al llegar al lugar donde habían de hacerse las representaciones quedé sorprendido al ver el espacio, tanto el destinado a los artistas como el de los espectadores. El suelo del escenario no era liso, sino que estaba lleno de irregularidades que hubieran podido provocar lesiones en los bailarines, especialmente en el caso de que alguna coreografía precisara zapatillas de punta. El espacio estaba lleno de aparatos musicales y de control de sonido de los grupos que habían actuado el día anterior.
Pienso que la danza ha evolucionado mucho; que los profesores y los alumnos se merecen trabajar en condiciones mucho mejores que aquéllas para motivar a algún visitante del salón a que escoja la especialidad como opción de estudios. Felicito a los profesores de danza que se negaron a hacer las representaciones en aquel espacio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.