'La mujer necesita un trabajo para desarrollar un proyecto de vida'

Entre los 8.000 afiliados a los que representa, las mujeres suman unas 270. Ester Malpartida (Cáceres, 1957) fue elegida secretaria general de la Federación de Metal, Construcción y Afines de UGT en Vizcaya cuando ambas se fusionaron, en octubre de 1999. Empezó a trabajar a los '17 años recién cumplidos', es licenciada en Derecho y durante 26 años ha trabajado de administrativa en Tubos Reunidos. Madre de dos hijas, está casada.

Pregunta. ¿Cómo llegó hasta aquí?

Respuesta. Por una serie de circunstancias. Ciertamente soy una mujer en una federación en la que la mayoría son hombres. Creo que la pregunta no debería ser por qué sí, sino por qué no. No he sufrido ningún tipo de discriminación. Cuando el resto de mis obligaciones -los estudios, primero, el trabajo, el matrimonio, las hijas- me lo permitió, pude disponer más de mi tiempo y empecé a asumir responsabilidades en el sindicato.

P. ¿Llegar al cargo fue difícil?

R. No ha sido duro, nunca he encontrado obstáculos para ir asumiendo las responsabilidades que se iban presentando. Nunca ningún compañero ha puesto ninguna pega al hecho de que yo fuera mujer.

P. ¿Considera que existe discriminación hacia las mujeres?

R. Sí. Las que llegamos a estos puestos es porque no la hemos sufrido. Las mujeres discriminadas no llegan a cargos.

P. Aparte de por ser la mejor, ¿cree que le eligieron por algo más?

R. No creo fuera la mejor... Nunca sabes qué razones tienen quienes te proponen. Estoy segura de que no era la única que podía haber aceptado el cargo. Sencillamente, me lo propusieron y tuve el atrevimiento de aceptar.

P. ¿Por qué atrevimiento?

R. Porque asumir un cargo de esta responsabilidad produce vértigo y cuando te lo plantean tienes muchas dudas, pero al final, pese a los miedos, decidí asumir el reto.

P. ¿Y cómo le va?

R. Yo creo que bien. Estamos desarrollando una labor importante dentro de la federación, me siento cómoda con mi tarea y creo que los compañeros opinan que no se equivocaron.

P. Puesto que tanto el metal como la construcción son sectores básicamente masculinos, ¿cómo se está produciendo la incorporación de la mujer?

R. Creo que la mujer está desde hace años decidida a incorporarse al mundo laboral en todos los sectores y en todos los puestos. Concretamente en el sector del metal vemos cómo cada vez más mujeres se incorporan a profesiones que hasta ahora eran netamente masculinas, como soldadura o torno. El problema es que a pesar de que la mujer está decidida a afrontar ese tipo de tareas hay mucho empresario que no ha asimilado que la mujer puede hacerlas y son remisos a contratarlas. Aparte que muchas veces hay talleres y centros de trabajo no acondicionados para incorporar a las mujeres y los empresarios se niegan a hacer las reformas necesarias.

P. ¿Qué les diría a los empresarios para convencerles?

R. Reivindico el derecho de la mujer al trabajo. Deben entender que las mujeres, al igual que los hombres, necesitan desarrollar un proyecto de vida, para el que necesitan ser independientes económicamente. Y en consecuencia necesitan un puesto de trabajo. Los empresarios y la sociedad tienen que desterrar la idea de que el trabajo de una mujer es una ayuda al salario del hombre. Para que más mujeres trabajen, el Gobierno, en vez de rebajar lo que los empresarios cotizan por ellas, debería crear infraestructuras como guarderías, por ejemplo.

P. ¿Una mayor formación de los trabajadores de la construcción reduciría la escandalosa siniestralidad?

R. Una cosa es la formación. Siempre habrá puestos que demanden escasa cualificación. Otra cosa es la formación en prevención de accidentes laborales que todos los trabajadores requieren. Los sindicatos lo consideramos imprescindible. Hace años que se negocia. La dificultad con la que nos encontramos es que, entendiendo todos los implicados, patronal, sindicatos y la propia Osalan [el Instituto de Seguridad y Salud Laborales], que es necesaria, las dificultades surgen cuando llegamos al punto de la financiación. Falta voluntad política. La financiación debería salir de las instituciones.