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750.000 personas sufrirán la alergia al polen de las gramíneas a partir de esta semana

Las lluvias han dado dos meses de tregua a los afectados, tras un enero difícil por los cipreses

Oriol Güell

'No lo puedes ver, oler ni tocar, pero sabes que está ahí. No logras olvidarte de él ni un segundo. Es el enemigo invisible'. Con estas palabras define Andrés, un hombre alérgico de 28 años, la experiencia que vive cada año desde el mes de febrero hasta el verano, cuando los vegetales (sólo en las calles de la capital hay 248.200 árboles, según la Consejería de Medio Ambiente) liberan millones de granos microscópicos de polen que surcan el aire en busca de la flor de su destino. Por el camino, estos granos provocan en el 14% de la población rinitis alérgicas y otras molestias que en ocasiones alcanzan brotes de asma. 'Los ojos te escuecen, la nariz se te tapa. Te ahogas. Es un suplicio'. Como Andrés, unos 750.000 madrileños son alérgicos a algún tipo de polen.

Además, 'el fenómeno va en aumento', explica Arturo Domínguez Lázaro, jefe del servicio de alergología de la clínica Puerta de Hierro. Hace 70 años, sólo una de cada 100 personas sufría alergia polínica. La cifra se ha multiplicado por 14 y ahora este problema afecta a una de cada siete personas, según Consuelo Martínez Cócera, presidenta de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Este fenómeno se nota más en las ciudades que en el campo, asegura Domínguez Lázaro: 'En las ciudades sufrimos la agresión de la contaminación en las vías respiratorias, que hace que algunos sean más sensibles al polen'.

La masiva introducción de nuevas especies vegetales, como las cupresáceas (cipreses y otras especies similares), en parques y jardines empeora la situación. Hace 30 años, casi nadie sufría alergia a su polen. Hoy, junto a árboles como el chopo, la encina, el olivo y el plátano de sombra, y sólo por debajo de las gramíneas, los cipreses son responsables de muchos brotes alérgicos. Además, son los primeros en aparecer. 'El suave invierno ha hecho que las cupresáceas hayan vivido una auténtica explosión desde enero, muy por encima de otros años', señala Domínguez Lázaro.

Sin embargo, lo peor podría estar por llegar. Las gramíneas, las más temidas porque afectan a la mayoría de alérgicos, sueltan polen durante aproximadamente un mes a partir de marzo. Pero este año 'la gran cantidad de lluvias, que limpian la atmósfera y han retrasado su floración, ha mantenido los niveles de polen de estas especies en un nivel bajo', añade Domínguez Lázaro. Pese a ello, 'en los últimos días ya hemos observado la aparición de los primeros síntomas de alergias gramíneas', explica Martínez Cócera.

A pesar de la extensión de estas afecciones, sólo el 30% de los alérgicos recibe tratamiento específico. Muchos afectados recurren a la automedicación con antihistamínicos, una práctica poco aconsejable, según Martínez Cócera. 'Un estudio llevado a cabo en Escandinavia demuestra que el 60% de los niños que no siguen un tratamiento con inmunoterapia desarrolla en tres años problemas de asma. En los que lo siguen, ese porcentaje se reduce al 5%'.

La inmunoterapia (la administración controlada de polen para inmunizar al paciente) es el tratamiento más eficaz, con un 90% de éxito, según los expertos, con la ventaja añadida de 'modificar la respuesta del cuerpo, mientras que los antihistamínicos y los corticoides sólo enmascaran los síntomas, lo que puede dificultar el diagnóstico', destaca Martínez Cócera.

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Pocos especialistas

La escasa cultura alergológica existente en nuestro país parece ser la causa de ese desconocimiento. Mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda que la sanidad pública tenga un especialista por cada 50.000 personas, en Madrid esa cifra se eleva a uno por cada 85.000 personas. Y eso que la Comunidad es la primera en España en número de especialistas.

La alergia al polen, pese a presentar 'síntomas muy agudos, que llegan al asma', según Domínguez Lázaro, muy pocas veces hace necesario el internamiento del paciente en un hospital. Ninguna persona ha ingresado este año en la clínica Puerta de Hierro. Sin embargo, 'su impacto en la calidad de vida de los afectados es muy importante', advierte Martínez Cócera. Acudir a las urgencias de los hospitales es una reacción tan común entre los afectados como poco útil. 'Lo más eficaz es seguir el tratamiento inmunológico en el ambulatorio', aconsejan los especialistas.

Una pareja, rodeada de plantas en un parque.
Una pareja, rodeada de plantas en un parque.SANTOS CIRILO

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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