El Madrid emite señales alarmantes
Apurada victoria del equipo de Del Bosque frente al Numancia en un partido lleno de errores
Las señales del Madrid cada vez son peores, impropias ahora mismo del líder de la Liga. Ganó con mucho sufrimiento al Numancia, que puede proclamar algún mérito para llevarse al menos el empate. Estuvo cerca de conseguirlo en tres o cuatro ocasiones, casi todas propiciadas por errores o desatenciones del Madrid, que ha vuelto a su vieja anarquía. Cada uno va a lo suyo, y son muy pocos los que reman en un momento decisivo del campeonato. Cuando más necesario es el espíritu colectivo, el equipo funciona de manera descabellada. No se sabe si es por fatiga o por dejadez, o por ambas cuestiones, pero se apunta un desfondamiento que compromete gravemente las posibilidades de ganar el título.
REAL 1|MADRID 0
Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Hierro, Karanka, Roberto Carlos; Makelele (Munitis m. 76), Helguera (Celades m. 63); Figo, Raúl, McManaman; y Morientes (Solari m. 86). Numancia: Núñez; Diego Jaume (Caco Morán m. 71), Antía, Soria, Octavio; Iñaki, José Manuel, Nagore (Marini m. 80), Pacheta (Manel m. 57); Rosu e Iván Pérez. Goles: 1-0. M. 28. Figo, de falta directa que entra por la escuadra derecha de la portería defendida por Núñez. Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Helguera, Hierro, Roberto Carlos, Figo, Diego Jaume, Nagore y Manel. Unos 70.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.
El Madrid sólo jugó bien tres minutos. Los tres últimos. Cuando parecía que estaba condenado a pasar un mal trago frente a un rival bastante incómodo, le dio por mover la pelota con paciencia y tino, justo lo contrario de lo que había hecho durante todo el encuentro. En esos tres minutos, el Madrid no dio opción alguna al Numancia porque mantuvo el balón con autoridad, sin caer en extravagancias. Fueron unos momentos de lucidez en un partido que estuvo en el alambre desde el principio.
El arranque del encuentro lo dijo todo: el Numancia sacó, colgó el balón en el área e Iván Pérez lo cabeceó al palo ante la sorpresa general. En esa jugada, la más antigua del mundo, el Madrid no ofreció recurso alguno. Desde ese instante hasta el final, cometió todos los errores posibles. En ocasiones, sus ataques movían hasta siete jugadores, con los dos laterales a toda mecha en la misma jugada y Helguera a la caza del remate. Luego no había quien volviera. Tras una acción de este pelo, el Numancia pudo marcar en un tiro de Iñaki que sacó Casillas de milagro. Nadie regresó a defender, y mucho menos Helguera, que se toma licencias de estrella cuando su función en el medio campo es dar equilibrio a un equipo que apenas lo tiene.
Helguera ha atravesado por tres fases en la temporada. Durante un mes, colaboró admirablemente con Makelele en el medio campo y dio pujanza al juego del equipo. De vez en cuando se permitía una llegada al área. Posteriormente, después de recibir las mejores críticas, comenzó a desentenderse de las operaciones defensivas, primero con alguna timidez, luego de forma descarada. Ahora sólo vive para buscar el remate, pero su trayecto hasta al área es tan largo que luego no regresa ni a tiros. Su contribución en estos momentos es mínima, y hasta dañina para los intereses del equipo. Helguera tiene que reflexionar sobre su papel y volver a la situación que le hizo titular indiscutible: un cortafuegos en el medio campo con energía y algún criterio en la distribución. Ahora mismo no le quita la pelota a nadie. No extrañó a nadie su sustitución por Celades, que tuvo una actuación interesante, sobre todo en los últimos minutos del partidos, cuando el Madrid se vio en la obligación de defender su corta ventaja.
El Numancia perdió por un espectacular tiro libre de Figo. La cosa venía más o menos anunciada. Roberto Carlos lanzó la primera falta y Hierro la segunda. La tercera correspondió a Figo, que enchufó la pelota en la escuadra. No se le vieron más recursos al Madrid en la primera parte. El Numancia jugó consciente de sus limitaciones, pero con cierto desenfado. Por ocasiones, casi las tuvo más claras que el Madrid, y hasta dio la impresión de sufrir poco en Chamartín. Le ayudó el pésimo partido de Morientes, que no apareció en toda la noche. Ni jugó, ni remató, pecado capital en un delantero centro.
Lo mejor del Numancia fue su capacidad para aprovecharse del desorden del Madrid, que afectó a todas las líneas. Roberto Carlos hizo cosas rarísimas, como si todavía estuviera afectado por su exclusión del equipo brasileño. Makelele pinchó y fue sustituido. Todos los signos apuntaban a un final problemático para el Madrid, pero entró Solari y eso tuvo consecuencias. Con él, Celades y MacManaman, sumaban tres centrocampistas de verdad, suficientes en cualquier caso para dar espesor a una zona vital y para mantener un cierto orden en el juego. Quizá por ello, el Madrid jugó sus mejores minutos cuando peor pintaba, al borde del final. Sucedió que estaban los jugadores adecuados para resolver los problemas de un equipo que emite señales alarmantes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.