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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La perpetuación del dolor

Hoy estamos de enhorabuena: un agente de seguridad en la guardia municipal de San Sebastián recupera su puesto de trabajo con el sueldo a cargo de los ciudadanos donostiarras tras haber pasado información a ETA para atentar contra seres humanos. Volverá a pasear por la ciudad, poteará con sus amigos, disfrutará de la playa y el monte, tendrá momentos de risas y penas con su familia, dispondrá de una paga extraordinaria para sus vacaciones y, cumpliendo su labor, algún día puede que sea denunciada por él si infrinjo alguna normativa de tráfico. Nunca imaginé en mi vida que iba a vivir en un país tan lleno de injusticias: a Alfonso Morcillo, responsable del Servicio de Protección Ciudadana de la Guardia Municipal de San Sebastián, por realizar una labor diametralmente opuesta ofreciendo todas las horas posibles para el bienestar de los ciudadanos donostiarras, esforzándose y sacrificando muchas horas de compañía con los suyos, por superarse y ofrecer un mayor y mejor servicio a sus conciudadanos, le condenaron, a sus cuarenta años, a estar sepultado bajo tierra.

Aunque injusta, cruel, dolorosa y llena de humillación es la situación vivida, no envidio ni un ápice a este individuo. Porque aquellos que desde vuestro privilegiado puesto señalasteis con el dedo quién debía ser asesinado y matando a Alfonso socializasteis el terror para que otros compañeros no hablaran y no denunciaran la situación, os olvidasteis de que la familia no olvidaría nunca; y, si a Alfonso se le trasladó a ochocientos kilómetros y a una sepultura, ¿por qué no pedimos al Ayuntamiento de San Sebastián y más concretamente al alcalde, señor Elorza, y al Jefe de la Guardia Municipal, señor Santamaría, un destino donde no se pueda ensuciar el buen nombre de la Guardia Municipal? Y con eso os aseguro que no compensamos en lo más mínimo el destino de Alfonso, pero igual su muerte no resulta tan dolorosa.

Y a los responsables políticos y judiciales os pido que no humilléis más a las víctimas y que no echéis más tierra sobre los muertos.

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