La presencia de menores en las calles de Ceuta se triplica desde enero
Cerca de 300 menores procedentes del norte de Marruecos malviven en Ceuta, según la Policía Local. Sólo menos de la cuarta parte están atendidos en el único centro habilitado para este colectivo, el de San Antonio. En esta antigua finca militar, los Servicios Sociales han conseguido estabilizar a un grupo de cerca de 70 niños, con edades comprendidas entre los 11 y los 16 años, que desde noviembre están intergrados en el sistema educativo y para los que la Asociación Pro Derechos de la Infancia ha solicitado tarjetas de residencia, algo que ya consiguió en Melilla.
La primera medida que ha tomado la Delegación del Gobierno para intentar controlar este problema ha sido la de intensificar la vigilancia sobre los menores que tratan de cruzar solos la frontera, que hasta ahora han entrado por el paso del Tarajal con total impunidad. De hecho, las autoridades ceutíes tenían censados unos 80 niños en diciembre, cifra que se ha más que triplicado desde entonces. A este aumento contribuye el sistema burocrático, pues la repatriación de menores no puede hacerse de cualquier manera. Es necesario un informe individualizado de cada niño y la localización de sus familiares al otro lado de la frontera antes de enviarlos de vuelta a Marruecos.
Mientras estos trámites se realizan, los menores tienen que estar controlado en un centro de acogida. Sin embargo, según un informe remitido a la Fiscalía de Menores, el espectacular aumento de menores de los últimos meses ha dejado al centro de San Antonio sin capacidad de medios y personal para el cuidado y manutención de todos ellos. Así, en las últimas semanas, y ante la avalancha de niños, se ha solicitado al Ejército, que proporciona las comidas, un aumento del 25% de las raciones.
Los niños que son interceptados en la calle, casi siempre en situación de absoluta indigencia, son trasladados por la Policía Local hasta la residencia infantil. Sin embargo, fuentes allegadas al centro aseguran que suelen escaparse y provocar incidentes con los menores que allí residen, a los que proporcionan pegamento, hachís, tabaco o navajas.
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