Savaterismo
Cuando leí en el cartel de una manifestación contra ETA 'y sus cómplices', pensé inmediatamente en Savater, mientras él pensaba en mí. La caza de brujas destruye. Pensaba en él por su intemperancia, por su bravura patriótica, por su nacionalismo vasco, cómplices de la tragedia de dejar de pensar por miedo, por venganza, por vasquismo de otro polo. Él en mí en los términos denunciantes del cazador de brujas, que aprendió cuando era bruja. Con su ironía canallesca de hombre límite: ETA, dice, no me admitiría como colaborador, no quiere a 'inútiles semejantes, que no sirven ni para poner bombas'. Soy alguien 'a quien todos los puentes se le han caído', dice esta Agustina de Aragón; es verdad, soy un perdedor y lo llevo bien. Pero no por eso, añade, 'dejan de pontificar'. También cierto. Pontificar es hacer puentes: si uno se cae, trato de hacer otro.
Las gentes como Savater buscan un puente a la derecha y, si se cae, otro más a la derecha. El caso es llegar a una orilla, aunque no sea la deseada. ¡Los vascos buenos! Por huir de la ferocidad de ETA, por no parecer cómplices, corren hacia un extremo que siempre les exigirá mas. A Múgica le premian nombrándole Defensor del pueblo: para que sea el antipueblo. Dejó atrás su comunismo y su socialismo y ahora es un pilatos de la extrema derecha: extrema derecha es la Ley de Inmigración y quienes la ponen en marcha a toda ira, a toda furia. Los que dicen que no hay que caer en el sentimentalismo.
Me dicen los savateres que negociar es ceder, burdo pensamiento obligatorio de lo que un día fue estilo. Estilo tuvo de movida, de acracia, de pensamiento nuevo. Múgica se puede descubrir a lo largo de un camino largo, pero ver a Savater convertido en El Pequeño Tamborcillo sardo da pena. Cae, como todos los que ahora son sus maestros, hasta en la burda metaforuela de combinar la inhumana posición de una concejala de EH que no condena el crimen con su condición profesional de payasa. Llevan días los periódicos y los periodistas cómplices de dinamitar puentes riéndose de esa dualidad; más risa ayer, domingo, cuando los malos estilos se acentúan, y así el del filósofo por antonomasia, el que fue sobre todo escritor excelente, y se ríe como un tonto (escribe 'Ja, ja, ja') en este periódico. Donde se me caen puentes todos los días.
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