'No habrá un niño sin escolarizar en Brasil en dos años'
Paulo Renato Souza, de 55 años, afirma sin rubor que ha llevado a cabo una 'verdadera revolución escolar' que, si continúa en pie, hará del continente brasileño un país desarrollado y moderno. Lleva ocho años al frente del Ministerio de Educación, intentando ordenar un sistema educativo que da cabida a la escalofriante cifra de 56 millones de alumnos. Este economista, amante de la vela, ha enseñado en varias universidades brasileñas y del extranjero y ha sido gerente de operaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Pregunta. ¿En qué se basa para afirmar con rotundidad que ha llevado a cabo una auténtica revolución en la educación, apoyado por el presidente Cardoso?
'56 millones de alumnos estudian en el conjunto del sistema educativo brasileño'
Respuesta. Soy economista, y le voy a responder con el lenguaje de las cifras y estadísticas: en 1994, cuando llegué al Ministerio de Educación, el 11% de los niños no iba a la escuela. En algunas regiones, como el noroeste pobre, esa cifra llegaba al 20%. Y el índice de analfabetismo era del 17%. Hoy, sólo un 3% sigue sin ir a clase y el analfabetismo ha bajado al 11%. Estamos convencidos de que antes de dos años no habrá un solo niño en Brasil que no frecuente la escuela. En los últimos seis años, el crecimiento global de matrículas en la educación secundaria ha sido del 67%, y en la superior, del 50%.
P. Las cifras de la educación en Brasil tienen que volver loco a cualquier ministro.
R. Sí. Piense que en este momento 56 millones de alumnos, un tercio de toda la población, estudian en el conjunto del sistema educativo brasileño, más que la población de toda España.
P. ¿Cree que existe conciencia en Brasil de que la educación es el gran desafío para la creación de un Estado desarrollado y moderno?
R. Hasta los años ochenta, esa conciencia no existía. Históricamente, este país nunca prestó atención e importancia a la educación. Brasil creció sin educación. La primera universidad surgió en Brasil en 1930, mientras en Perú ya había universidades hace 400 años. Es la gran diferencia entre la colonización portuguesa y la española. Piense que en 1960 sólo el 60% de niños de entre siete y 14 años iba a la escuela y que el 40% de los ciudadanos eran analfabetos.
P. Es escalofriante, pero supongo que el derecho a la educación de todos los ciudadanos no hace mucho que ha sido reconocido.
R. Tiene que considerar que Brasil fue el último país que abolió la esclavitud, en 1888. Los esclavos eran analfabetos, y cuando se abolió la esclavitud, el Estado declaró que no se hacía responsable de la educación de los hijos de los esclavos. La escuela brasileña, hasta ayer, ha sido sólo blanca. En mi clase, que era de una escuela pública, había un solo estudiante negro. Lo tengo tan fijo en el recuerdo que no se me ha borrado su nombre. Se llamaba Jorge. Los negros no pisaban las escuelas privadas.
P. ¿Qué medidas ha aplicado para llegar en estos ocho años a resultados tan satisfactorios?
R. No se ha tratado de ninguna campaña nacional. He intentado cambiar la estructura misma de la educación. Conseguimos una enmienda constitucional para crear un fondo económico que favoreciera a los municipios que tuvieran más alumnos en las escuelas. Antes, los alcaldes recibían el mismo dinero tanto si tenían cinco como 100 alumnos escolarizados. Ahora, no. A esto hemos añadido la iniciativa de las bolsas-escuela. Consiste en que se entregan a las familias 15 reales por cada hijo que lleven a la escuela. Y está dando un gran resultado. Se les paga con una tarjeta a nombre de la madre.
P. Otra revolución ha sido la de Internet. ¿Cómo se han adaptado a ella?
R. Tenemos ya 240 centros en los que se enseña informática. Y laboratorios en 4.000 escuelas. A partir de ahora, todo alumno que salga de la educación secundaria sabrá usar el ordenador y su tecnología. Pero además hemos creado una televisión dedicada exclusivamente a la escuela para la formación de profesores. Ya alcanza a 70.000 escuelas.
P. ¿Qué han hecho para garantizar el acceso de todos los alumnos y la calidad de los libros de texto?
R. Antes, el Estado compraba los libros de texto a las editoriales sin ningún criterio. Ahora, cada libro enviado por una editorial es analizado a fondo por profesores de la Universidad, que hacen una ficha de cada uno y lo califican con una nota. El Gobierno lo tiene en cuenta a la hora de comprar esos libros. Sólo este año, el Estado ha comprado 110 millones de libros. En este año hemos regalado además a las escuelas 20 millones de diccionarios de la lengua portuguesa.
P. ¿Y qué ocurre con la Universidad? Se dice que los hijos de los pobres no tienen acceso a la pública, que es muy selectiva.
R. Eso es folclor. Los hijos de los pobres no van ni a la pública ni a la privada. Ésa es la triste realidad. La Universidad pública brasileña es, sin duda, la de mayor calidad de toda América Latina y mi criterio es el de alargar las matrículas. En las privadas hay de todo. Algunas son excelentes, y otras, muy malas. Pero nuestra filosofía no es la de masificar la Universidad. Creemos que a los alumnos hay que prepararles desde la secundaria para la vida y para el mercado del trabajo, no sólo para la Universidad. Queremos que aprendan a aprender. En Brasil tenemos en este momento un sistema de evaluación de la enseñanza en la Universidad que fue inspirado en el de España y en el que está interesado EE UU.
P. ¿Qué opina su Gobierno de la llegada de grupos editoriales españoles a Brasil?
R. Los vemos con buenos ojos, como ya hicimos cuando llegaron las editoriales francesas. Van a aportar calidad al sector, traen experiencias nuevas, eficacia en la distribución del libro y nuevos recursos económicos. Será positivo para nosotros.
P. Se rumoreó que la ley que imponía la obligatoriedad del español en Brasil, ya aprobada en el Senado, quedó bloqueada en la Comisión de Educación del Parlamento por presiones de su ministerio.
R. No, ha sido al revés. Nosotros hemos hecho una nueva propuesta para evitar que la ley cayera como inconstitucional, según la cual todos los Estados y municipios tendrán que ofrecer el español como segundo idioma -cosa que antes no existía-, al mismo tiempo que las escuelas quedan libres de hacerlo o no.
P. ¿Cuáles son sus pronósticos?
R. Ante la posibilidad que se les ofrece, la gran mayoría de las escuelas van a escoger la enseñanza del español.
P. ¿Cuándo piensa que podrá ser finalmente aprobada la ley?
R. Creo que ya, dentro de muy poco.
P. Usted, que habla perfectamente el castellano, ¿considera positivo que el estudio del español sea obligatorio en la educación brasileña?
R. Sin duda. Y nosotros vamos a estimular que las escuelas escojan el español como segunda lengua.
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