Miles de parisinos agitan sus llaveros como señal de victoria

Miles de personas se concentraron ayer noche ante el Ayuntamiento de París agitando sus llaveros, celebrando así que las llaves de la ciudad hubiesen cambiado de manos después de más de cien años de control de la derecha, apenas interrumpidos por un breve interregno de izquierdas justo tras la Liberación de la ciudad, entre 1944 y 1947.

Esa multitud entusiasta recibió "besos" de un emocionado Bertrand Delanoë, el virtual nuevo alcalde de la ciudad, que prometió que, desde ahora "esa casa será la de todos los parisinos".

El primer ministro, Lionel Jospin, acudió a felicitar a Delanoë pero no quiso sumarse a la celebración para no dar una dimensión nacional a una consulta que, según repitió varias veces Jospin, era "una elección local". La victoria en París y Lyón, con la derecha acudiendo a las urnas dividida, no bastaron para tranquilizar al primer ministro, inquieto ante la derrota de varios de sus ministros en diferentes ciudades.

La fiesta parisina, alegre y tranquila, ponía final a un siglo de dominio derechista sobre la capital pero, sobre todo y desde que la elección del alcalde es hija directa del sufragio popular (desde 1977), con casi 25 años de chiraquismo.

El Ayuntamiento de la capital ha servido durante todo ese tiempo de trampolín económico y político al neogaullismo de Jacques Chirac pero, precisamente desde el momento en que éste conquistó la presidencia del país, se ha convertido en la principal fuente de problemas del chiraquismo.

Delanoë, antes de despedirse ayer de la multitud enfervorizada, tuvo tiempo de recordar que le esperaba "mucho y muy duro trabajo". No quiso atacar a sus rivales, ni siquiera a Philippe Séguin (candidato de Unión por la República), que de pronto descubrió que el sistema electoral vigente en la capital, dividida en 20 distritos, no garantiza el triunfo de quien obtiene más votos sino de aquel que logra más consejeros municipales.