Los talibán, en la galería Saatchi
La misma semana que los talibán de Oriente derriban las imágenes de los Budas de piedra, los talibán de Occidente exigen que se retiren de la galería Saatchi las imágenes de unos niños desnudos. No es una casualidad. Los talibán están por todas partes y no hace falta mirar hacia Afganistán.
No hay ningún pasaje en el Corán que prohíba la representación del ser humano, como tampoco hay ningún artículo en nuestros códigos penales que prohíba fotografiar el cuerpo infantil. Y si lo hubiera, no sería legítimo y habría que desobedecerlo. El cuerpo humano, y especialmente el cuerpo de un niño, es una de las más perfectas creaciones de la naturaleza, y lo han tomado desde el principio como uno de sus temas más queridos.
Me dan miedo las personas que ven algo impuro o que se sienten turbadas ante un desnudo infantil. Auténtico miedo. Y también me da miedo y me enerva que mucha gente se escandalice ante un desnudo de niño y en cambio acepte las imágenes rayanas en la pornografía de niños moribundos, cubiertos de moscas o armados de fusiles que aparecen constantemente en los medios de comunicación.
Los policías que han exigido la retirada de las fotografías de la galería Saatchi no saben tal vez que un célebre compatriota suyo, Lewis Carroll, es, entre otras cosas, recordado por ser uno de los pioneros del desnudo infantil en fotografía (véase el famoso retrato de Beatrice Hatch). Pero los talibán no saben, no contestan. Sólo prohíben y destruyen.-
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