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Reportaje:

Cabalgata de 'ninots'

Ya me explicarán por qué a los que no nos gustan las fallas hemos de sufrirlas. Por qué a los que no nos gustan los petardos hemos de caminar por las calles atemorizados ante ese necio que enciende un borracho. Por más que lo intento no consigo entender hasta qué punto es justo que cada año los que no nos gusta nada nada todo esto tengamos por fuerza que marcharnos, que exiliarnos (aún un poco más) e irnos lo más lejos posible. Porque ocurre que el vicio fallero se extiende, y así también en Torrent, Xirivella, Gandia, Alzira, Bétera y en otros mil puntos absurdos, ese gusto -¡ah!- infantil por la pólvora, enajena a centenares de hombres aparentemente normales, y les hace comportarse de una manera impropia de su edad. Debajo de mi casa coinciden dos -así se llaman- paradores, y entre ellos un monumento fallero: la falla más fea que puedan imaginar, con esos ninots que los artistas -ése es su nombre- falleros fabrican en serie (una mujer tetuda y un hombrecillo con el culo al aire, un par de niños repugnantes, dos o tres prostitutas y un chulo, o cualquier otra ordinariez, cuanto más machista y reaccionaria mejor). Es un monumento absolutamente creado para el fuego, y nunca he entendido por qué no lo queman antes, por qué no lo queman, ya puestos, enseguida, cómo pueden soportar los falleros pertenecer a esa falla, cómo no se avergüenzan de ser los representantes de aquéllo, y cómo osan, después de haber manifestado lo que son a través de ese monumento -que así se dice- fallero, ofrendar flores a la Virgen. Pobre Geperudeta, pienso. ¡Qué paciencia debe tener! Porque en casi todas esas fallas se manifiesta lo más bajo de los hombres, sus vicios más detestables, y no se expresan, no, para corregirlos, si no que se hace pábulo jocoso de ellos. Ya sé, dirán: las fallas son unos monumentos satíricos. Y yo -ya ven- les pregunto: ¿satíricos de qué? ¿Qué sátira es la que divulgan ahora, si no es el mensaje más rancio y del peor gusto? Y por qué en mi calle tengo que soportar dos paradores de señores que demuestran ser lo que son porque pertenecen a esas fallas espantosas, dos paradores, digo, en mi calle, a los cuales además no puedo entrar porque no soy de ninguna de las fallas. ¿Por qué? Sí, sí, por qué... Además en esos monstruosos paradores entra mucha otra gente que no es de mi calle. Lo sé porque desde el balcón de mi casa los observo: el año pasado, cuando decidieron batir el récord guinness de chorizos y morcillas asadas en una calle, que resultó ser mi calle, empecé con el estudio. Ahora ya sé quién es quién en el barrio, qué se oculta detrás de cada cara aparentemente normal. Porque desde mi balcón, excelentemente situado entre los dos paradores, enfrentado al horror de la falla, atiendo a las dos puertas de los paradores falleros, y esto me permite descubrir metamorfosis extraordinarias. Créanme que las aventuras del Doctor Jekyll al lado de lo que sucede en mi calle -que es lo mismo que sucede en todas las otras calles con falla- son una insignificancia. Desde entonces entiendo un poco mejor las Fallas, aunque me aterrorizan si cabe aún más. Una noche, desde mi balcón, no pude encontrar ninguna diferencia entre los ninots de la falla y los falleros: es más, me pareció que por momentos los ninots descendían de la falla y se incorporaban de una manera perfectamente natural a la charanga y se mezclaban con toda aquella gente chillona de los paradores. Evidentemente, tomé notas: 'La noche de los ninots vivientes' apunté. Ahora estoy en disposición de demostrar que el fallero es la encarnación directa del ninot: es su alter ego (su otro yo, digo) que se pone -por así expresarlo- en activo durante San José. Miren si no durante la ofrenda esas comisiones falleras, y confiesen si dejarían un asunto de cierta importancia en manos de alguno de aquellos personajes con laca hasta las cejas. Y si no, busquen entre los falleros algún conocido y corran, corran, hasta su falla y revisen los ninots: ¡seguro que lo reconocen! ¡Qué espanto!

Estoy en disposición de demostrar que el fallero es la encarnación directa del 'ninot': es su 'alter ego'.
Una calle de Valencia ocupada por los miembros de una comisión fallera para hacer paellas.
Una calle de Valencia ocupada por los miembros de una comisión fallera para hacer paellas.JESÚS CISCAR
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