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La suspensión de las exportaciones argentinas de carne supone la pérdida de un millón de dólares diariamente

El cierre, a causa de la fiebre aftosa, de los principales mercados a los que Argentina exporta el 20% de su producción de carnes bovinas provocará al país una pérdida estimada en un millón de dólares diarios. El Comité Veterinario Permanente de la Unión Europea (UE) ha recomendado "suspender" hasta el próximo 15 de abril el ingreso de carnes argentinas, medida ya impuesta por Estados Unidos, Canadá y Chile. Sólo España se abstuvo de votar en contra de esa decisión del comité. Israel es el único país que mantiene su demanda y los compromisos de compra contraídos con Argentina.

El presidente de la centenaria Sociedad Rural Argentina (SRA), Enrique Crotto, portavoz y representante de la mayoría de los ganaderos argentinos no podía ocultar su indignación: "No esperábamos esto de la Unión Europea. Es una medida política y sin sustento técnico con la que pretenden tapar el tema de la vaca loca . Siempre exportamos a Europa cortes de cuarto trasero, de alta calidad, con y sin hueso; la aftosa no se transmite al hombre". Crotto ha reclamado a la cancillería argentina que impida el ingreso de productos europeos. Ayer, en declaraciones a El PAÍS, el presidente de la Sociedad Rural añadió: "También le vamos a pedir a los gremios portuarios que no descarguen de los barcos ningún producto de origen europeo. Si logramos eso, usted va a ver cómo en diez minutos se soluciona el problema de la aftosa". Para los ganaderos también resulta incomprensible "que Chile importe carne de Paraguay, un país sin vacunación contra la aftosa, y que el transporte se haga a través de Argentina".

A la hora de reconocer las propias culpas sobre el brote de aftosa registrado en Argentina, los ganaderos admiten que la política de ocultar información pública sobre nuevos brotes aplicada por el ex secretario de Agricultura Antonio Berhongaray para no afectar las exportaciones, precisamente en el momento en el que iba a desarrollarse una campaña de promoción de las carnes argentinas en Europa, fue equivocada. El presidente de Confederaciones rurales Argentinas (CRA), Manuel Cabanellas, dijo que ahora se debía "asumir la situación de una buena vez, dejar la política para otro momento y empezar a ser creíbles".

En un comunicado oficial firmado por Beate Gminder, la Comisión Europea había advertido de que "la falta de información clara y confiable desde la Argentina acerca de la situación de la aftosa hizo imposible adoptar un criterio de regionalización para la prohibición". El silencio oficial, contestado por los propios ganaderos, que denunciaron hasta 300 focos donde se registraban brotes de aftosa a mediados del pasado mes de enero, desencadenó el escándalo. La renuncia del secretario Berhongaray era inminente cuando se produjo la crisis en la conducción del ministerio de Economía que arrastró a todos los funcionarios. El nuevo ministro, Ricardo López Murphy, concentró las actividades de Industria, Agricultura, Ganadería, Pesca y Minería en una "supersecretaría" de la Producción y designó en el cargo al empresario Víctor Savanti. Ayer, por fin, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) admitió en un comunicado oficial que se comprobó un foco infeccioso en Rivadavia, provincia de Buenos Aires, y que se "sospecha" de otros casos.

3.000 reses sacrificadas

El primer brote se produjo en agosto del pasado año, cuando se informó sobre el ingreso ilegal de animales enfermos desde Paraguay. En ese momento, el Gobierno ordenó sacrificar unas 3.000 reses que luego fueron enterradas según las normas de seguridad y se iniciaron de inmediato "operativos de vacunación" en la provincia de Formosa, al norte del país. Pero desde el pasado diciembre recrudecieron las denuncias sobre nuevos brotes en distintos sitios. La información oficial se convirtió entonces en una "cuestión de Estado" con el propósito de "preservar" los mercados.

El pasado año Argentina exportó a la Unión Europea carnes por el valor de 260 millones de dólares y otros 170 millones a Estados Unidos y Canadá. Aún cuando las ventas al exterior representan sólo el 20% de la producción, el cierre transitorio de esos mercados afectará gravemente a los frigoríficos que se dedican a la exportación y a la cadena de pagos de todo el sistema. El vicepresidente de la Cámara de Exportadores, Alberto de las Carreras, estimó que "podrían cerrarse industrias que emplean en conjunto a más de 10 mil personas". Miguel Schiariti, de la Cámara de la Industria y Derivados de la Carne, fue aún más dramático: "si Europa deja de comprarnos se derrumba la industria frigorífica".

Crotto, de la Sociedad Rural, dice que "Argentina comenzó a vacunar en serio cuando se aplicó la vacuna oleosa, en 1989, porque durante años los laboratorios nos vendían vacunas de agua destilada, que no tenían ningún efecto. Ahora, como nos apresuramos a declarar al país libre de aftosa sin vacunación, se mataron casi todos los virus y hay problemas para conseguir vacunas que se dejaron de fabricar".

La vacunación masiva no elimina definitivamente la aftosa. Para Crotto, "el problema es la amplia frontera con países que no vacunan, como Bolivia o Paraguay. En el brote del pasado agosto se ha detectado un subtipo de virus ecuatoriano que llegó vía Brasil y entró por Paraguay. Si no podemos controlar el contrabando y asegurar las fronteras es muy difícil erradicar la aftosa".

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