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Reportaje:

El tesoro del mar Caspio

Las grandes petroleras toman posiciones para controlar el gran yacimiento de Kashagán

Fernando Gualdoni

La petrolera italiana ENI, la franco-belga TotalFinaElf, la anglo-holandesa Royal Dutch-Shell y la estadounidense Exxon Mobil han comenzado a tomar posiciones para controlar el yacimiento kazajo de Kashagán, en el mar Caspio, tras cinco años de apatía por los conflictos geopolíticos en la zona. El yacimiento es el mayor descubierto desde que en 1969 se hallara el de Prudhos Bay, en Alaska.

En el último mes, TotalFinaElf se ha convertido en el mayor accionista del consorcio OKIOC (Offshore Kazakhstan International Operating Co.), que explotará Kashagán, adquiriendo las participaciones de BP Amoco y de la noruega Statoil. ENI ha sido elegida por el Gobierno de Kazajistán como único operador del consorcio petrolero, con el consentimiento de los otros accionistas, y Shell y ExxonMobil planean reforzar su participación en el grupo, según fuentes cercanas a OKIOC.

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Esas mismas fuentes prevén que de las siete compañías petroleras que están en la carrera por controlar Kashagán sólo queden cuatro o cinco para cuando éste comience a producir en unos cuatro años. Para 2005, según fuentes de la industria, sólo quedarán ENI, TotalFinaElf, Shell y ExxonMobil para controlar un yacimiento del que se podrá llegar a extraer un millón de barriles de crudo diario y que convertirá a Kazajistán en uno de los mayores productores y exportadores de crudo del mundo, a la par de Irak, Irán o Venezuela.

El Gobierno kazajo calcula que el yacimiento cuenta con unas reservas de entre 30.000 y 40.000 millones de barriles, el doble de las reservas probadas existentes en el mar del Norte. La industria petrolera estima que las reservas estarían en la mitad de la cifra que sugiere Kazajistán, pero no dudan de que el yacimiento será uno de los más productivos del mundo.

Las posiciones del consorcio OKIOC son, de momento, las siguientes: TotalFinaElf encabeza el grupo, con un 28,6%; seguida de ENI, ExxonMobil, Shell y British Gas (BG), con el 14,3% cada una, y la japonesa Impex y la estadounidense Phillips Petroleum, cada una con un 7,1%. Son las participaciones de estas dos últimas y la de BG las que están en la mira de Shell, ExxonMobil e incluso ENI. BG ya ha adelantado que estudiría la venta de su participación si se le presenta una buena oferta.

Derecho de compra

Dave Stuart, portavoz de Shell, explica que 'si las ofertas de TotalFinaElf se concretan, la compañía considerará ejercer su derecho de compra sobre la participación que se vende en proporción a la que ya tiene'. Esto es un derecho que tiene cada uno de los miembros de OKIOC y que ExxonMobil y ENI también pueden ejercer. No obstante, fuentes del sector prevén que una o las tres compañías aumenten su participación en OKIOC con la adquisición de las partes de BG, Phillips o Impex, sin interponerse en el camino de TotalFinaElf.

El potencial de Kashagán es bien conocido por la industria petrolera desde mediados de los noventa y bien vale la pugna. A pesar de que aún quedan estudios por hacer para determinar las reservas y la calidad del crudo, el más cauteloso informe de la industria predice que una participación del 10% en el yacimiento equivale a unos mil millones de barriles de crudo. Si se calcula que la extracción de un barril puede llegar a costar 10 dólares como máximo y que el precio del crudo volverá a estar en el futuro a su media histórica de 20 dólares, una compañía petrolera con una décima parte en OKIOC ganaría 10.000 millones de dólares. TotalFinaElf ofreció 400 millones por el 9,5% que BP tenía en el pozo y unos 225 millones por el 4,7% de Statoil. El 29% del yacimiento le permitiría a la petrolera franco-belga aumentar su facturación en unos 29.000 millones en cinco o seis años.

El gran problema que deben resolver las compañías que operan en el Caspio es cómo sacar el crudo hacia los mercados internacionales. Este rompecabezas ha retrasado un lustro el desarrollo de Kashagán. Todo ese crudo no puede exportarse fácilmente por un intrincado cruce de intereses geopolíticos que involucran a EE UU, Rusia, Irán, Turquía, y que dejan en medio a Kazajistán. EE UU presiona por que el crudo del Caspio pase por Turquía para llegar a los puertos del Mediterráneo. Turquía es miembro de la OTAN y aliado político y militar estadounidense. Esta semana, el Gobierno de Kazajistán se ha mostrado favorable a la salida del crudo por Turquía.

Al mismo tiempo, EE UU se opone tajantemente a que los oleoductos del crudo del Caspio pasen por Irán para llegar a los puertos del golfo Pérsico y de allí a los mercados de Asia, cuya demanda de crudo, empezando por China, crece constantemente. Aún hay un embargo estadounidense que pesa sobre Irán y las perspectivas entre la Administración de Bush y el Gobierno de Teherán no son las mejores. La oposición de EE UU se mantiene a pesar de que la ruta por Irán es la más corta y que construir un oleoducto por allí costaría un 25% de los 4.000 millones de dólares que serían necesarios si se hiciese por Turquía, según cálculos de la industria.

Rusia, a su vez, quiere que el crudo de la ex república soviética pase por su territorio. Tanto EE UU como las petroleras europeas no quieren saber nada con que el transporte dependa exclusivamente de las autoridades rusas.

Fuentes del sector petrolero creen que la fuerte posición que han adquirido TotalFinaElf y ENI en OKIOC terminará por abrirle paso al crudo kazajo a través de Irán. Los expertos consultados ajenos al consorcio OKIOC creen que las compañías querrán tener las tres salidas para su petróleo por seguridad, hacia el mar Negro por Rusia, el Mediterráneo por Turquía, y el Rojo por Irán. Ninguna de las tres es fiable, así que es mejor tener las tres.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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