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Crónica:Campeonatos del Mundo en pista cubierta | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Canal, el único blanco en la final de 400

El atleta español terminó cuarto en su mejor carrera en la gran competición

David Canal tiene el desparpajo de los elegidos. En las series de 400 se clasificó con total autoridad, sólo por detrás del que sería campeón mundial, el británico Daniel Caines. En las semifinales se vio desbordado por un tunecino que se salió de la calle para coger la cuerda demasiado pronto y fue descalificado. Canal, pese a verse último y cerrado, luchó en la última vuelta y acabó cuarto y con el mejor tiempo de los eliminados, por lo que fue repescado. Ayer, en la calle dos, era el único blanco de la gran final. Ante el dominio generalizado en las cortas distancias de los atletas negros, nadie daría nada por él. Pero las cosas empezaron bien, con la lesión en las primeras zancadas del estadounidense James Davis, que salía tras él, en la calle uno. Un enemigo menos. Después, de nuevo el desparpajo. Cuando lo normal es que hubiera sido último, porque se le escaparon los cuatro rivales al coger la calle libre, él no se hundió y en su gran final habitual cazó al británico Mark Hylton y fue dignísimo cuarto.

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Unos Mundiales que dominó Estados Unidos ante Rusia, gracias a su seguridad en las carreras cortas (aunque le dolió la derrota ante Polonia en el relevo 4 x 400), siempre deparan sorpresas, pero también suelen marcar etapas. Aunque todavía queda la reválida al aire libre en los Mundiales de agosto, ayer mismo se marcaron barreras. El impresionante ruso Yuri Borzakovskiy hizo otra exhibición asombrosa para ganar los 800 metros. Sólo sexto en Sydney, donde pagó la novatada, se ha desquitado a lo grande. Volvió a salir el último, progresó como un metrónomo, y a falta de 150 metros pasó al suizo Bucher como un avión. Ganó con más de 10 metros de ventaja, dos segundos, un mundo, sobre el anterior campeón, el surafricano Botha, que también superó a Bucher.

Iván Pedroso fue la otra estrella. El sí que no falla nunca. El cubano saltó 7,95 en el primer intento, hizo nulo en el segundo y acabó con todo al volar una vez más a 8,43 en el tercero. Dejó a todos a 30 centímetros. No le pasó como a Gabriela Szabo el sábado, toda una plusmarquista mundial de 3.000, invicta con su repetido sistema de sacar su gran sprint, pero que fue derrotada con su propia medicina por la discreta rusa Yegorova. La rumana declaró que estaba descentrada por la última polémica tenida en su país y que la ha llevado a los tribunales. Nada menos que llamó fea públicamente en televisión a su compatriota Violeta Beclea, plata curiosamente también ayer en los 1.500 metros.

Javier Sotomayor, en cambio, el ilustre plusmarquista mundial de salto de altura y multilaureado en casi todos los grandes campeonatos, se fue de Lisboa con un único y pobre salto de 2,25 metros, lejísimos de sus 2,43, récord mundial, o de sus 2,31 de esta temporada. No pudo claramente, salvo en el segundo intento, que estuvo a punto de lograrlo, con los 2,32. Hubiera logrado medalla de no haber sido prepotente al no querer saltar los 2,29, algo que sí hizo el ucranio Sokolovsky, mejor marca mundial del año con 2,35. El podio, en realidad, fue pura lógica, según las mejores marcas, pues el sueco Holm, el único que pasó los 2,32 venía con 2,34, como su compatriota Strand. Ninguno se parece a Patrick Sjoeberg, su gran predecesor, pero la altura, curiosamente, es sueca, como volvió a demostrar el sábado otra vez Katia Bergqvist.

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