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Reportaje:Campeonatos del Mundo en pista cubierta | ATLETISMO

Un buen lavado de imagen

El atletismo español aprueba sobradamente su examen parcial antes de los Mundiales al aire libre, en agosto

El atletismo español comenzó en Lisboa su lavado de imagen, muy manchada tras el fracaso de los Juegos Olímpicos. Sin ser deslumbrante, se igualó el mejor nivel de los últimos años en los Mundiales de pista cubierta y se confirmó, sobre todo, que Sydney fue un mal paréntesis. Quizá no seamos tan buenos, pero tampoco tan malos. El examen definitivo será el mes de agosto en los Mundiales al aire libre de Edmonton, pero el parcial bajo techo ha quedado aprobado sobradamente y eso ha sido un balón de oxígeno para una federación en entredicho. No sólo las cuatro medallas de Reyes Estévez, plata, Manuel Martínez, Niurka Montalvo y Alberto García, bronce, califican una actuación notable, sino también los cuartos puestos de Marta Domínguez y David Canal, y un nivel general con pocos fallos.

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La cantidad no tiene por qué ir acompañada de la calidad y un equipo más reducido, como también corresponde al tipo de competición, ha demostrado que puede lograr unos resultados muy aceptables sin dejar detrás un rosario de decepciones y de críticas. La dureza de las mínimas exigidas y el limitado cupo de participantes, también ha evitado el casi habitual desbordamiento español en el número. De hecho, a última hora tuvieron que quedarse en casa la saltadora de longitud Concha Montaner, el de triple Raúl Chapado, y la nueva plusmarquista de pentatlón, María Peinado. De haber repetido sus mejores marcas del año, lo que hubiera sido ya valorable por su parte, sus puestos en las finales habrían sido séptimos los dos primeros, pero sólo última la pentatleta.

No hay milagros y en la pista luego se comprueban. A estas alturas, España sólo debe participar con entidad. En esa línea, hasta en eso han salido mejor las cosas esta vez. Fueron repescadas, por ejemplo, al estar entre las 12 mejores marcas del año, aunque no hicieran la mínima, las dos saltadoras de altura, Ruth Beitia, y Marta Mendia, que acababan de batir el récord de España, con 1,94. La cántabra Beitia, que aún compite en categoría júnior y que puede, dada su juventud, convertirse en la primera española que llega a los dos metros, casi igualó su marca, 1,93, y quedó séptima. Marta, se quedó en 1,90 y fue décima. Ambas lo hicieron mucho mejor que las tres actuaciones realmente malas de los 18 españoles que estuvieron en el Pabellón Atlántico de Lisboa: las dos ochocentistas, Mayte Martínez y Dori García, y Cristna Petite, en 3.000, eliminadas sin remisión y muy lejos de sus marcas en las series.

Los hundimientos en las finales de Antonio Jiménez, en 3.000, y de Juan Carlos Higuero, en 1.500, se compensan por su inexperiencia, pero ambos lograron con mérito esa oportunidad. Roberto Parra, siempre punto y aparte, la perdió al hundirse estrepitosamente en la semifinal, cuando había estado espléndido en la serie anterior. Lamentablemente, parece que nunca ya despejará sus incógnitas.

La mayoría, felizmente, fue muy aceptable. La completaron Hipólito Montesinos, que tuvo la mala suerte de lesionarse en la serie de 60 metros vallas y aun así se metió en la semifinal. De estar bien físicamente no hubiera estado lejos de pasar a la final, pues incluso tocado quedó a seis centésimas. Aún más cerca, a una solo, estuvo Venancio José en los 60 lisos. Fue una lástima. Montxu Miranda demostró su coraje y en pértiga acabó sexto, tras pasar 5,70 en el tercer intento. Luego no pudo con 5,80, dos veces y con 5,85, el tercero.

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