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PP y PSPV auguran para 2003 las primeras Cortes bipartidistas

Los grupos menores declinan desde hace años

La desaparición del Centro Democrático y Social en 1991 dió paso a dos legislaturas consecutivas con cuatro fuerzas parlamentarias. Pero la desaparición de Unión Valenciana en junio de 1999 redujo el espectro a tres grupos parlamentarios y abrió una senda bipartidista que algunos consideran inexorable.

'Los partidos muleta han pasado a mejor vida'. El comentario de un alto responsable del PP no se sustenta sobre ningún sondeo electoral. Ahora no es tiempo de encuestas, falta mucho para que los ciudadanos sean convocados a ejercer su derecho al voto. Pero la situación que atraviesan los dos partidos minoritarios con mayor tradición parlamentaria en el espectro político valenciano no les augura nada bueno.

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Un parlamento inédito

El actual presidente de UV está envuelto en pleitos de familia que han llegado a poner en duda hasta la legalidad de su situación. Los regionalistas entraron en la escena política en las elecciones de 1983 en el seno de una compleja coalición en la que sumaron fuerzas con Alianza Popular, Partido Demócrata Popular y Unión Liberal. Cuatro después, en solitario, ocuparon seis escaños en las Cortes con un respetable 9% del voto ciudadano. Pasaron el umbral del 10% en 1991 cuando superaron los 200.000 votos y lograron siete escaños. Pero el descenso fue notable en 1995, cuando el PP creció hasta convertirse en primera fuerza política en detrimento del PSPV.

Los cinco escaños que arrancaron los regionalistas en 1995 resultaron claves para elevar a Eduardo Zaplana a la presidencia de la Generalitat. Pero las divergencias en el seno del partido cuando se abrió la sucesión de Vicente González Lizondo, el posterior fallecimiento del fundador y la herrática posición del grupo parlamentario a pesar de la presencia de UV en el Consell desdibujaron la oferta regionalista en las últimas elecciones en favor de la mayoría absoluta del PP.

Una reciente sentencia judicial que pone en entredicho la representatividad de José María Chiquillo y el interés de ciertos sectores por azuzar el valencianismo más radical ponen de manifiesto la descomposición de un partido creado artificialmente sobre un supuesto conflicto que hoy es obsoleto.

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El Partido Comunista del País Valenciano ocupó seis escaños en las Cortes Valencianas en las primeras elecciones autonómicas cuando sumó algo más de 140.000 votos. Izquierda Unida en coalición con Unitat del Poble Valencià en 1987, y como Esquerra Unida en solitario en 1991 mantuvo un caudal de voto muy similar en la segunda y tercera legislaturas autonómicas.

La caída del PSPV en 1995 coincidió con el mejor momento de la coalición de izquierdas, que logró 10 escaños y sumó más de 270.000 votos. Pero la escisión de Nova Esquerra y la opción de Els Verds por el Bloc Nacionalista Valencià se tradujo en las elecciones de 1999 en algo menos de 140.000 votos, el mismo resultado que obtuvo el PCPV en 1983.

El acuerdo de Gaspar Llamazares con los sectores más ortodoxos para controlar Izquierda Unida en el ámbito estatal traslada una inestabilidad constante en la federación valenciana del partido. La tradición asamblearia de la izquierda y la vocación de los comunistas por controlar la coalición constituyen un caldo de cultivo que es una auténtica amenaza para su actual dirección, mucho más que el intento del PP por demonizar a Joan Ribó, el actual coordinador general de EU.

Fragmentación

Dadas las circunstancias y sin la presión de una campaña electoral inminente, los análisis de populares y socialistas abocan a un bipartidismo estricto en la Comunidad Valenciana.

El PP sueña con una fragmentación del voto de izquierda. 'Lo ideal sería que EU se quedara en el 4,9%', comenta un dirigente del PP, apenas una décima por debajo del listón requerido para obtener representación.

Los socialistas, entretanto, confían en atraer hacia sí a Nova Esquerra y a Els Verds como reflejo de la estrategia de la ejecutiva federal en el Estado.

La constitución del denominado tercer espacio, una opción que recogiera el voto de querencia valencianista, sigue viva. 'Una corriente nacionalista con matiz progresista sólo tendría opción si el PSPV se hundiera', comentan desde el PP. Además, la condición horizontal del voto valencianista, que abarca un amplísimo espectro desde la derecha radical hasta la extrema izquierda, complica la operación.

Un dirigente socialista comenta que las últimas encuestas de voto del partido, de ámbito estatal, apuntan la creciente debilidad de EU, aunque la traslación autonómica no siempre es fiable. Por eso los socialistas aseguran mantener 'la mejor disposición' para intentar sumar fuerzas minoritarias de izquierda que podrían caer en ese tercer espacio. Pero tropiezan una y otra vez con la 'difícil' postura del Bloc Nacionalista Valencià. 'Dicen que su rival es el PP pero sólo nos atacan a nosotros', resume un dirigente socialista.

El factor del voto útil, que restaría fuerza a los grupos minoritarios de izquierda en favor del PSPV como única alternativa capaz de desbancar la abrumadora hegemonía del PP, cierra el ciclo de argumentos que tanto populares como socialistas esgrimen cuando vislumbran unas Cortes reducidas a dos grupos políticos.

Las elecciones aún están muy lejos, pero es fácil caer en la tentación mayoritaria cuando un histórico dirigente del PP valenciano sugiere que el único interés compartido por los dos grandes partidos estatales al rubricar el pacto antiterrorista era desplazar a los pequeños satélites regionalistas y nacionalistas sin auténtica tradición histórica.

Las Cortes Valencianas, durante un pleno.
Las Cortes Valencianas, durante un pleno.JORDI VICENT

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