Operemos a Qadeer
Un joven afgano que vive en un campo de refugiados de Pakistán es intervenido en el hospital de Bellvitge
Qadeer Momen es un joven afgano de 16 años que ha viajado desde Pakistán a Barcelona expresamente para ser operado. Este chico sufre una atrofia vesical, por lo que no tiene formados los conductos urinarios y la vejiga de la orina sale al exterior por una apertura encima del pubis. A causa de ello, Qadeer no puede controlar la micción y son frecuentes las infecciones y fiebres que esto le origina. Además, el entorno en el que vive no le favorece en absoluto y agrava las repercusiones y molestias de su enfermedad.
Cuando sólo tenía dos años, Qadeer emigró junto con su familia de su país de origen hacia Pakistán, donde viven desde entonces en un campo de refugiados en el que se encuentran más de 1.000 familias con una media de 10 miembros cada una. Se calcula que desde el pasado mes de septiembre unas 500.000 personas siguieron el mismo camino.
Los niños refugiados viven en tiendas de campaña y se ven abocados a mendigar
'Qadeer es uno más de los miles de niños y niñas que sobreviven en estos campos de refugiados en unas condiciones precarias', cuenta Habiba Sarabi, la directora de la organización no gubernamental HAWCA (Asistencia Humanitaria para Mujeres y Niños de Afganistán), que puso en marcha la creación de una escuela en esta zona ante la falta de recursos y medios para garantizar el acceso a la escolarización. Los niños refugiados viven en tiendas de campaña y se ven abocados a mendigar, hacer trabajos esporádicos en la construcción y en el servicio doméstico o a recoger plástico y papel para utilizarlos como carburante. En su situación carecen de los más elementales derechos básicos, desde comida a sanidad o escolarización.
Cuatro jóvenes catalanes descubrieron el caso de Qadeer el pasado verano, cuando visitaron Pakistán como miembros de la Plataforma Antiguerra de la Universitat Oberta de Catalunya (PAUOC) y de la Liga de los Derechos de los Pueblos, que han impulsado la campaña Operemos a Qadeer. Allí entraron en contacto con HAWCA y conjuntamente planearon el viaje del chico a Barcelona para que pudiera ser intervenido. Desde que conocieron su situación, ambas organizaciones han ido llamando a diversas puertas a fin de conseguir la ayuda suficiente para el traslado, cuenta el presidente de la PAUOC, Josep Santafé. Como resultado, esta asociación ha podido hacerse cargo de los gastos de la operación, del desplazamiento de Qadeer, su madre y un traductor, así como su estancia en Cataluña, antes y después de la operación.
Qadeer llegó a Barcelona el pasado 12 de febrero y al cabo de cuatro días empezó a someterse a pruebas y tests médicos en el hospital de Bellvitge. Después de una semana, el chico ingresaba para ser intervenido. Seis horas de quirófano sirvieron para que a Qadeer le haya cambiado la vida, asegura Habiba Sarabi, al tiempo que recuerda uno de tantos episodios marcados por la enfermedad: 'El día que fuimos con Qadeer a la Embajada española tuvimos que levantarnos muy temprano para emprender el viaje. No pudo contenerse, quedó completamente mojado y durante el rato que estuvimos esperando el autobús no paró de temblar del frío que hacía'. 'Ahora está convencido de que podrá llevar una vida normal', añade.
Sin embargo, las dificultades persistirán. Después de la intervención, el joven deberá llevar una bolsa ligada a la pierna, hacia donde se desviará la orina, y las precarias condiciones de vida tampoco cambiarán. Los impulsores de la campaña suministrarán regularmente a Qadeer las bolsas y el material médico necesario que le permitan llevar una vida normal, dentro de lo anormal que es un campo de refugiados. Son conscientes de los obstáculos que Qadeer deberá afrontar en un entorno tan adverso. Por este motivo, Santafé insiste en que la campaña no se limita únicamente a mejorar las condiciones de salud de Qadeer, sino a 'mostrar los problemas que sufre todo un pueblo'.
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