El presidente italiano disuelve el Parlamento
Berlusconi se defiende de las críticas y dice que es 'el mejor del mundo'
El presidente de la República italiana, Carlo Azeglio Ciampi, firmó anoche el decreto de disolución de las Cámaras, dando inició a la carrera electoral. La fecha de las elecciones legislativas la decidirá hoy el Gobierno, en un clima de creciente enfrentamiento entre las dos grandes coaliciones, en ocasiones con tintes de sátira. El líder de la Casa de las Libertades, el multimillonario Silvio Berlusconi, indignado por las críticas que recibe su coalición en algunos sectores de la UE, ha declarado con modestia ser "el mejor del mundo" y tener "más nivel" que nadie.
No hay nada que objetar a una coalición presidida "por mí", vino a decir Berlusconi: "No hay personalidad política en la escena europea y mundial que pueda compararse conmigo".
Ciampi dio por terminada la decimotercera legislatura italiana un día antes de lo esperado, después de entrevistarse dos veces con el primer ministro, Giuliano Amato, y de recibir como es preceptivo a los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, Nicola Mancino y Luciano Violante, respectivamente.
La fecha de las elecciones podrá ser fijada ahora por el Ejecutivo teniendo en cuenta que no podrán celebrarse antes de que hayan transcurrido 45 días desde la publicación del decreto de disolución. Las dos fechas más probables son el 6 de mayo, fecha preferida por el candidato del Olivo, Francesco Rutelli, o el 13 de dicho mes, como prefiere la oposición.
El final de la legislatura se produce veinticuatro horas después de que Berlusconi desencadenara la última polémica, elogiándose ante los periodistas. Sus afirmaciones ("un mero desahogo", según el hombre de confianza del Cavaliere, Paolo Bonaiuti), han provocado un rosario de reacciones más o menos humorísticas. "Ya que se considera el mejor, me gustaría saber si incluye al Papa en su clasificación", comentó el portavoz de los diputados del partido de los Demócratas de Izquierda, Fabio Mussi, en perfecta sintonía con la escala confesional de valores de la política italiana.
Otro colega del Olivo, Alessandro Meluzzi, se mostraba convencido de que "un psiquiatra normal no tendría duda alguna sobre la diagnosis : padece un síndrome megalomaníaco eufórico ligado a sentimientos de omnipotencia".
Sin paciencia
Mientras la maquinaria electoral se pone en marcha, el líder de la Casa de las Libertades parece haber perdido la paciencia con sus adversarios. La semana pasada recibió con enorme irritación las críticas de algunos políticos de la izquierda belga que reclamaban medidas especiales de la Unión Europea en caso de que el centroderecha gane las elecciones en Italia. La coalición reúne a políticos que hicieron gala de su corte radical como Gianfranco Fini y su Alianza Nacional y a la Liga Norte, dirigida por un político como Umberto Bossi, considerado como muy próximo al austríaco Jörg Haider, muy criticado por sus tesis xenófobas.
Las acusaciones molestaron tanto a Berlusconi que pidió la intervención del Gobierno italiano en su defensa. Al final, obtuvo al menos el apoyo del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, quien aseguró a los colegas europeos que Fini y Bossi son dos políticos de perfecto pedigree democrático.
Pero Berlusco ni no se ha quedado tranquilo. A la enésima pregunta sobre la legitimidad de sus socios, respondió el miércoles subrayando que las críticas de la Unión Europea "son maniobras organizadas desde Italia". Aseguró sentirse "completamente tranquilo" también ante los ataques de la prensa europea (especialmente la británica), para pasar después a las autoalabanzas. "Nadie tiene una historia como la mía: incluso los que presiden partidos no los han fundado como yo. No hay nadie a mi nivel, siempre estoy por encima", dijo.
En realidad, no es la primera vez que Berlusconi pasa al contraataque enumerando sus méritos y cualidades. En abril del año pasado ya dejó claro el juicio que se merece a sí mismo como líder político: "Soy el mejor de Europa; en Estados Unidos me supera Bill Gates [el presidente de la empresa Microsoft]", confesó no del todo en broma.
Acostumbrado a tomar decisiones y a ejercer un poder descomunal en sus años de empresario, Berlusconi no podría definirse como un político discreto.
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