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Reportaje:

Resultados con conciencia

Tres entidades impulsan un código empresarial que fomentará el desarrollo sostenible

El deterioro del medio ambiente, las malas condiciones laborales de los trabajadores, la discriminación hacia las mujeres, la utilización de niños en los procesos productivos o la falta de responsabilidad social de las empresas son algunas de las causas por las que se están alzando distintas voces en todo el planeta contra la globalización y, en general, contra el poder cada vez mayor de las multinacionales. La sociedad exige, como se vio en Seattle o, más recientemente, en la localidad brasileña de Porto Alegre, que las empresas informen de sus actividades y les reclama mayor transparencia y compromiso. La insensibilidad hacia estas peticiones puede ocasionar serios perjuicios económicos si, como empieza a demostrar la experiencia, los inversores se inclinan por aquellas empresas que satisfacen unos requisitos de respeto hacia sus trabajadores y hacia el medio ambiente.

Esta tendencia, emergente en Europa e implantada en Estados Unidos -donde existe un índice paralelo al Dow Jones, que mide factores sociales y medioambientales-, ha empujado a la Fundación Entorno, al IESE y a PricewaterhouseCoopers a encabezar un proyecto que tiene como objetivo la elaboración de un Código de buen gobierno para la empresa sostenible; es decir, aquella capaz de tener resultados no sólo económicos, sino también medioambientales y sociales.

'Este término -desarrollo sostenible- no es nuevo', afirma Cristina García-Orcoyen, gerente de la Fundación, quien explica que 'hace referencia a un concepto de crecimiento más amplio que el tradicional porque integra tanto los resultados económicos como los sociales y los medioambientales de la empresa'. Se trata, en definitiva, de un conjunto de elementos que permite crear valor a largo plazo para el accionista.

Miguel Ángel Rodríguez, del IESE, considera que la iniciativa de las tres entidades, a las que se han sumado inicialmente los presidentes y consejeros delegados de 50 grandes compañías, debe servir 'para concienciar a la alta dirección de las empresas de que para sobrevivir a largo plazo hace falta actuar según estos principios'. Y, a su vez, para interiorizar estas cuestiones es necesario disponer de algunas herramientas básicas, entre las cuales destacan los códigos.

Accionistas y ciudadanos

En una fase inicial de redacción, los puntos que tratará el código van 'desde la superación de la visión tradicional del gobierno de la empresa al análisis del concepto de desarrollo sostenible para el sector empresarial, el paso de la satisfacción de los accionistas a la satisfacción de todas las partes interesadas (ciudadanos, organizaciones sociales, clientes, compañías de seguros, administración...), los nuevos valores que las empresas deben incorporar, hasta la elaboración de un código de buenas prácticas'. Sin embargo, antes de que las organizaciones definan los indicadores o herramientas para medir el impacto de su actuación en diferentes materias es necesario pasar un mínimo requisito: el cumplimiento de la normativa vigente, algo que, según José Francisco Elorriaga, socio director de PriceaterhouseCoopers, 'no siempre sucede'.

El texto final estará listo dentro de un año y las empresas que lo adopten deberán, de alguna manera, verificarlo, es decir, demostrar que cumple sus principios. Aunque García-Orcoyen no puede adelantar cómo se hará ese seguimiento, puesto que depende de cómo esté redactado el código, explica que 'no se trata sólo de ejercer un control, sino de ayudar a las empresas a que se desarrollen según los criterios de la sostenibilidad'.

Al menos en Estados Unidos, este modelo de gestión parece que triunfa, como lo demuestra el hecho de que las 200 empresas que forman parte del Dow Jones Sustainability Index obtuvieron durante el año pasado mejores resultados que el resto. Este índice está integrado por el 10% de empresas de cada uno de los sectores que cotizan en el Dow Jones y que cumplen mejor que sus homólogas con los principios sociales y medioambientales del desarrollo sostenible.

Entre ellas se encuentran las españolas BBVA, BSCH, Amadeus Global Travel e Iberdrola. No sólo en Estados Unidos hay cada vez un mayor interés por estos temas. Desde hace seis meses, una ley obliga en el Reino Unido a los fondos de inversión a declarar si tienen en cuenta la responsabilidad social de las empresas que tiene en sus carteras. El 59% de los consultados contestó afirmativamente.

Primeros pasos en España

En España, con la redacción del código, se están empezando a dar los primeros pasos, aunque sectorialmente algunas empresas han comenzado a buscar acuerdos para elaborar planes conjuntos de desarrollo sostenible. En opinión de García- Orcoyen, este tipo de iniciativas puede ayudar a cambiar la actitud de la sociedad hacia la globalización, 'un fenómeno que en sí mismo no es malo, pero que debe contemplar estos principios para no dañar a los sectores y colectivos más desprotegidos'.

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