Telefónica resiste la competencia en España
La operadora mantiene el 91% del mercado de llamadas y es el ex monopolio de la UE que menos cuota ha perdido tras la liberalización
Tres años después de la liberalización de las telecomunicaciones, las cosas no parecen haber cambiado mucho en materia de competencia, pese a la proliferación de compañías (más de mil licencias concedidas en España) y el bombardeo de anuncios publicitarios que prometen un paraíso para el abonado del siglo XXI. Y es que ese edén telefónico sigue siendo propiedad casi exclusiva de Telefónica de España.
La antigua matriz de la operadora que concentra el negocio tradicional de la telefonía fija mantiene el 91% del mercado de la voz, según consta en los resultados que la operadora presentó la pasada semana correspondientes a 2000. En el último año, apenas ha perdido un 4% del mercado y sus clientes hablan cada vez más, 106.400 millones de minutos de conversación en 2000, lo que supone un crecimiento del 28,9% sobre el año anterior.
Esa presencia abrumadora de la histórica operadora se explica en gran parte por su monopolio de facto en las llamadas locales (entre una misma población), las más usuales, cuya apertura a la competencia se produjo formalmente el 1 de enero de 2001. Pero no es ésa la única explicación. En las llamadas de larga distancia (provinciales, interprovinciales, internacionales y de fijo a móvil), las primeras en liberalizarse gracias a los prefijos (el denominado acceso indirecto), Telefónica mantiene el 83% del mercado, muy por encima incluso de las previsiones de la propia compañía, que estimaba que, a finales de 2000, una cuarta parte de este tipo de llamadas pasaría a manos de sus competidores.
De hecho, Telefónica de España presume de ser el ex monopolio telefónico europeo que, entre los de su tamaño, menos parte del pastel se ha dejado arrebatar desde la liberalización. En 1999, sólo había perdido el 13,2% del mercado de las llamadas de larga distancia (17% en 2000), frente al 39% que perdió Deutsche Telekom, el 35% de British Telecom, el 19,3% de France Télécom o el 15% de Telecom Italia.
Política comercial
Entre los argumentos que ofrecen los analistas para justificar esta fortaleza de Telefónica está la agresiva política comercial desplegada por la operadora, con planes de descuentos especiales dirigidos a desactivar cualquier iniciativa de la incipiente competencia, lo que ha desatado las iras del resto de compañías que se quejan de que el regulador -Gobierno y Comisión del Mercado de Telecomunicaciones- no ha sido lo suficientemente duro con el ex monopolio para frenar estas prácticas, amparadas por un aparato publicitario sin precedentes.
Lo cierto es que iniciativas como el Plan Europa 15 (para incentivar las llamadas internacionales), que ha logrado casi 200.000 suscriptores, o País 30 (para llamadas interprovinciales), con casi 500.000, van dirigidas a la línea de flotación de los competidores, al atacar los segmentos donde comenzaban a hacer daño al ex monopolio.
Pero lo que realmente puede pulverizar los planes de los nuevos entrantes son los bonos para llamadas metropolitanas (entre una misma población), lanzados el pasado mes de noviembre, cuyo éxito (más de 700.000 abonados a principios de año) amenaza con cerrar el mercado antes incluso de su apertura real a la competencia. Telefónica tiene, en este caso, la excusa perfecta: el Gobierno le obligó por decreto-ley a poner en marcha estos bonos con el objetivo de abaratar las llamadas locales.
Telefónica tampoco quiere que se le escape Internet. El ejecutivo les impuso también a poner tarifa plana, aunque el éxito de esta modalidad ha sido mucho menor (74.000 abonados) que el de los bonos.
Por último, contra el mercado de las operadoras de cable, que proveen de servicios de banda ancha pero cuyo despliegue es más lento, la operadora se ha volcado en el ADSL (conexión mediante módems punto a punto), que le permite rentabilizar su actual red de par de hilos de cobre sin necesidad de grandes inversiones. La cobertura para ADSL alcanza ya a 12,5 millones de líneas, aunque sólo 47.950 clientes disponen de este tipo de conexión, una solución intermedia entre la fibra óptica y la línea tradicional para el acceso a Internet.
La evolución de los ingresos de Telefónica de España en el último año también atestigua el dominio del mercado de la operadora. Su facturación por consumo telefónico (964.856 millones de pesetas) sólo cayó un 4%, pese a la competencia y la rebaja de tarifas que le impuso el Gobierno.
Los ingresos por llamadas locales se mantuvieron estables, descendieron en las provinciales (-6,9%) y nacionales (-17,7%), y se incrementaron en el caso de las llamadas internacionales (18,9%) y en las de fijo-móvil (11,5%). Y eso a pesar de que la facturación por interconexión, lo que cobra Telefónica a sus competidoras por dejarles utilizar su red, ha crecido un 27,1% en el último año y, unido a los ingresos de operadoras internacionales, asciende a 108.850 millones, el 6,8% del total de ingresos.
Puede que el monopolio acabara hace tres años, pero estas cifras siguen siendo un monopolio de Telefónica.
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