_
_
_
_

La Iglesia hace patente su desencanto con la política del Gobierno de Aznar

'Ni existe un maridaje entre el PP y la Iglesia, ni la sintonía que cabría esperar es tal. En el fondo hay muchos monseñores que desconfían en el país. Y el conflicto por el pacto antiterrorista ha logrado que la desconfianza ahora sea mutua'. Este esclarecedor diagnóstico sobre la realidad de las relaciones de la jerarquía de la Iglesia Católica y el Gobierno del PP adquiere especial significado porque surge desde el ámbito socialista, desde quienes tuvieron la complicada responsabilidad de las relaciones con la Iglesia en el último Gobierno de Felipe González.

Aquellos políticos que en la Dirección General de Asuntos Religiosos del mandato Belloch habían dejado algunos espinosos problemas pendientes, convencidos de que el PP los iba a desbloquear de inmediato, admiten haberse equivocado: 'No sólo han aparcado los problemas que ocupan a la Iglesia, sino que el Gobierno del PP no logra disipar la sensación de la jerarquía de que no ocupan un lugar preferente en las preocupaciones del Gobierno'.

'El conflicto por el pacto antiterrorista ha logrado que la desconfianza ahora sea mutua'
Más información
La religión, 'asignatura pendiente' de los obispos
Los obispos acusan al Gobierno de permitir abortos 'sin control alguno'

Sin embargo, las cosas no son así exactamente. Sobre todo en las últimas semanas. Porque hay, al menos, 'un' problema de la Iglesia que sí preocupa al Gobierno. Es 'esa sublimación de unidad interna que los obispos mantienen por encima de todo y que nos ha provocado un serio problema a ellos y a nosotros que no era previsible ni imaginable y que ha complicado innecesariamente las cosas'. Quien así habla es un alto dirigente del PP.

Y el problema no previsto es el causado por la decisión de la Conferencia Episcopal de distanciarse, clara y oficialmente, del pacto antiterrorista firmado entre el PP y el PSOE. Una decisión anunciada por el portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Asenjo, que no dudó en advertir en rueda de prensa al PP y al PSOE que se abstuvieran de pedirle la firma de 'semejante documento'. Tal advertencia produjo estupefacción en ambos partidos.

Cuando el vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, critica duramente la actitud de la Conferencia Episcopal son muchos los que piensan, en su Gobierno y en su partido, que la reacción es desproporcionada y que sólo ha conseguido agrandar el problema, 'colocarle el foco'.

Lo que muchos no saben es que el vicepresidente del Gobierno, amigo personal del cardenal Rouco Varela, es el primero que no entiende qué está pasando. Porque lo que él sabe, y muchos no, es que apenas unos días antes su amigo el cardenal Rouco había mantenido un significativo encuentro con Luis de Grandes, portavoz del PP en el Congreso. Es un almuerzo, distendido y cordial, pero no exento de cierta solemnidad. Porque el tema a tratar es de suma importancia: la posibilidad de que la Iglesia, la Conferencia Episcopal, se adhiera, apoye, ayude... al pacto antiterrorista. Luis de Grandes, político procedente de las filas democráticas cristianas de la UCD, goza de amplio crédito entre la jerarquía de la Iglesia; él y Eugenio Nasarre son los hombres en los que el PP y el Gobierno confían cuando hay que resolver alguna papeleta delicada con la Iglesia. Luis de Grandes informará luego a los socialistas, con precavida prudencia, del resultado de su misión: 'Esto está muy verde, ya veremos'. Pero su personal impresión es que monseñor Rouco ha comprendido, perfectamente, la importancia de la cuestión y que su disponibilidad a encontrar 'alguna fórmula' es clara. Así que cuando la bomba Asenjo estalla, no vacila en descolgar el teléfono y quejarse abiertamente al secretario de la Conferencia Episcopal. Se queja Luis de Grandes, que es amigo de monseñor Asenjo, y de Ávila como él, que con su excusatio non petita -nadie le había pedido a la Conferencia la firma del pacto antiterrorista- haya dejado el apoyo de la Iglesia en una situación imposible. Luego se buscará con urgencia la foto de reconciliación que se harán en Roma el vicepresidente del Gobierno y el cardenal Rouco.

Pero el mal sabor de boca que le ha quedado al Gobierno no se lo va a quitar fácilmente. Desde los despachos más próximos al de Aznar no se ahorran las aceradas críticas al cardenal Rouco, al que se califica de 'un eclesial muy eclesial que no da la talla'; a monseñor Asenjo, como 'alguien realmente muy deficiente', y a monseñor Uriarte, 'que es de los que se visten por los pies'.

También el obispo Setién deja en situación delicada la Conferencia Episcopal. Y de forma especial a monseñor Uriarte, su sustituto en la diócesis de San Sebastián. Algunos de sus más directos colaboradores afirman que Uriarte está 'muy dolido y molesto', pero también que nunca lo dirá en público. Como tampoco lo harán los demás obispos vascos. Sienten que Setién les ha metido un 'gol por toda la escuadra', sobre todo a Uriarte, que está jugando abiertamente el papel de la moderación en la Iglesia vasca.

Eso no impide a los colaboradores de Aznar reconocer la habilidad de Setién para abortar, aún en su fase de reflexión, cualquier movimiento de la Iglesia al pacto antiterrorista. 'Si alguien tenía alguna duda de que Setién forma parte interesada del nacionalismo ahí está la prueba', afirman los representantes del PP en el pacto. Mientras, monseñor Rouco se lanza a buscar estratégicos micrófonos que difundan, desde Roma, su fervorosa condena del último atentado terrorista en la estación de Martutene. Pero antes había hecho un comentario lleno de claves y de intenciones: 'El error de criticarnos, de obligarnos no le va a salir gratis a nadie. Le puede pasar factura al propio Gobierno', advierte el presidente de la Conferencia Episcopal. Por su parte, Luis de Grandes no puede ocultar su frustración y comenta en un círculo restringido: 'No hay que dramatizar la situación y hay que buscar otras fórmulas en los próximos meses. Pero es difícil reconducir la estrategia y que la jerarquía de la Iglesia pueda sacar la pata de donde la ha metido'.

Monseñor Asenjo, portavoz de la Conferencia Episcopal.
Monseñor Asenjo, portavoz de la Conferencia Episcopal.BERNARDO PÉREZ

La cuestión económica

La jerarquía de la Iglesia tiene también 'sus' preocupaciones, sus querellas con el Gobierno. Con este Gobierno secularizado y pragmático. Tan cuidadoso en las formas como reacio a solucionar los problemas de fondo; que ha triplicado la representación protocolaria en canonizaciones y eventos vaticanos, pero que sigue bloqueando 'cuestiones que para la Iglesia son importantes y queridas', se quejan los obispos de la derecha que les desconcierta. Son cuestiones heredadas del Gobierno socialista y que la Iglesia daba por descontado que el PP solucionaría nada más llegar al poder. Ellos, que han hecho un indudable esfuerzo de pragmatismo aceptando la inevitabilidad de la Ley del Aborto, no entienden por qué no se les arregla la cuestión económica. 'Éstos, que se suponía que eran de los nuestros, todavía no nos han dado nada', se lamentan. Desde el entorno de Aznar, la respuesta no puede ser más elocuente: 'La Iglesia es como los agricultores: si llueve, porque llueve, y si no llueve, también. Nunca van a separar su forma de vida de la actitud de las órdenes mendicantes; va con ellos desde sus orígenes'. El PP pertenece hoy a la Internacional Demócrata Cristiana. Pero el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Rouco, tampoco da puntada sin hilo. Ha puesto oído atento a los fuertes vientos que soplan desde el Vaticano, alentados personalmente por el Papa, para 'recristianizar' Europa. Como en los tiempos del PSOE, que se despertaban cada día con un comunicado en contra de los obispos. Quienes le conocen dicen que monseñor Rouco prefiere mil veces a aquellos descreídos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_