Y ZAMORA TAMBIÉN EXISTE
Envejecida, pobre y aislada, esta provincia de Castilla y León pone sus esperanzas de desarrollo en unas infraestructuras mínimas que ya les han prometido muchas veces.
Es la provincia número uno de España en cuanto a éxitos en piragüismo y producción de leche de oveja. Es todo de cuanto pueden presumir los habitantes de Zamora. Porque, además, es la última en desempleo femenino, la última en tasa de actividad, la última en inversiones del Estado, y no pasa de la posición 40 de las provincias españolas en otra decena de indicadores de desarrollo económico. Para el visitante, es una ciudad pequeña con mínimas de 3 grados durante cinco meses. Una capital de provincia en cuya estación apenas se bajan tres personas por vagón del único tren que llega de Madrid cada día, camino de Galicia. Contra esta situación, sin contar el piragüismo y la leche de oveja, se han rebelado más de cuarenta asociaciones, lideradas por la patronal CEOE y el sindicato UGT, que la semana pasada lograron sacar a la calle a más de 20.000 personas ('a pesar del fútbol') en una manifestación bajo el lema 'Todos por Zamora'. No se trata de dar un salto al siglo XXI. A sus 205.000 habitantes (63.000 en la capital), les vale con llegar al XX.
A los zamoranos llevan varios años diciéndoles que son un pozo de subdesarrollo en el que no merece la pena poner un pie. Cada vez que sale un estudio socioeconómico comparativo en España saben lo que les toca. Primero fue la UE, con un trabajo en el que afirmaba que la provincia estaba 'lastrada por el caciquismo y la desertización', y prácticamente no daba esperanzas de mejoría; después, la banca: las memorias de La Caixa y BBVA situaban a Zamora a la cola de España en cuanto a nivel de desarrollo; por último, en un informe de la patronal, los empresarios castellanoleoneses decían expresamente que Zamora era el último sitio donde invertirían su dinero.
'¿Cómo va a invertir nadie en un sitio que no tiene las infraestructuras mínimas que se demandan hoy día? Llega un momento en que la gente dice 'basta', que fue la manifestación del día 21'. Ángel Herrero, presidente de la CEOE provincial, sonríe cuando le dicen que habla como un sindicalista: 'Dicen que soy peor que ellos'. Y a fe que habla con convencimiento: 'Los culpables de esta situación son todos los responsables políticos que ha tenido Castilla y León. Los ciudadanos votaron en masa al PP pensando que si estaba el mismo partido en todas las instituciones (Ayuntamiento, Diputación, Junta y Moncloa) sería más fácil la comunicación y llegarían las inversiones. Ahora, esos votantes han salido a la calle, tras darse cuenta de que no es así'.
Piden una discriminación positiva en los presupuestos de todas las administraciones, con los que potenciar los regadíos de la zona, su principal patrimonio agrícola; atraer inversiones en servicios que sitúen la provincia como destino turístico; titulaciones universitarias para que los jóvenes no tengan que ir a estudiar fuera; planes de empleo para que esos jóvenes se puedan quedar a trabajar; y, sobre todo, unas infraestructuras básicas, que en Zamora sólo han visto pasar de largo una y otra vez.
Sorprende, sin embargo, que una gente con tanto que pedir tenga también una capacidad de autocrítica demoledora. Hasta Manuel Fuentes, secretario general de UGT regional y uno de los principales impulsores de la movilización, señala un problema endémico: 'Lo soso que es Zamora'. 'Aquí somos semanasanteros. Es decir, que todo en la vida de la ciudad es como un paso de la famosa Semana Santa zamorana. Todo es prudente, apolítico, conservador. No nos falta responsabilidad a los zamoranos en haber llegado a esta situación'.
Es la pescadilla que se muerde la cola. 'Donde no hay estructuras de comunicación, no invierte la gente; pero donde no hay voluntad empresarial, tampoco merece la pena hacer esas estructuras. Es más, como ha pasado aquí hasta este año, ni se piden', en palabras del presidente de la Cámara de Comercio de Zamora, Manuel Vidal. Ese techo bajo que se han puesto los zamoranos, esa 'falta de riesgo y falta de espíritu empresarial', ha dejado a la ciudad 'detenida en el tiempo'. La opinión es unánime.
Tan sólo hay pequeños comerciantes como Carlos, que, con 29 años, tiene un bar en la popular calle de Herreros, en la zona de marcha, que de eso tampoco falta, y afirme que 'aquí no madruga ni
Dios y se trabaja poco. Está en la manera de ser de la ciudad la falta de expectativas para los jóvenes'. Él se casó y ha hecho su vida aquí, 'pero mis amigos se han ido todos. Es un patrón común en la juventud: en cuanto coges una edad, una temporada de currito, te gastas lo que te den de paro, y después a la costa'. Sin embargo, 'si no tienes grandes ambiciones, ésta es una buena ciudad para vivir y crear una familia'.
Ése es, hoy por hoy, el verdadero patrimonio de Zamora. Junto con el vino de Toro, 'que está empezando a coger nombre y a atraer grandes bodegas', dicen los empresarios; y la leche de oveja, que provee a los grandes fabricantes de queso manchego; el activo número uno de Zamora es ofrecer 'lo que busca mucha gente: una ciudad tranquila de provincias, con grandes paisajes y buena gastronomía, que podría estar a dos horas de Madrid. Sólo necesitamos un buen plan de turismo para aprovechar zonas preciosas como los Arribes, el Lago de Sanabria o la sierra de Culebra', dice con entusiasmo Manuel Vidal.
Cerrado por defunción
Último recurso o cuento de la lechera, la plegaria choca con la presentación, el pasado martes, de un plan del Ministerio de Fomento en el que se garantiza en un plazo de 10 años el mejor de los mundos posibles: autovía de Valladolid a la frontera portuguesa (que deja a Zamora en medio de un eje este-oeste), autovía Salamanca-Ponferrada (que les coloca en el eje norte-sur), y AVE por Zamora en su camino a A Coruña, que dejaría la ciudad a una hora y diez minutos de Madrid. Apenas ha tenido repercusión en los líderes de la protesta 'Por Zamora'. En palabras de Antonio Plaza, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, 'son demasiados años de promesas incumplidas. Ya nadie se lo cree. Esos proyectos están en fase de estudio, y los plazos no hay forma de cumpirlos. ¿2010? Cuando lleguen las autovías a Zamora ya nos habremos ido todos. A la entrada pondrá un cartel de 'Cerrado por defunción'. Señala también cómo en estos días el silencio a todos los niveles del PP de la región se ha hecho ensordecedor. Por primera vez, su granero de votos les pide cuentas. Tan sólo el ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, en esa presentación triunfal, les hizo referencia, y fue para dar el golpe de gracia: llamó 'incautos manipulados' a los manifestantes.
El caso de la N-122 es el paradigma de ese abandono. Tan sólo es necesario construir 70 kilómetros para conectarles con la A-6 en Tordesillas. Tres veces se ha presupuestado su construcción, explica Manuel Fuentes, y siguen sin empezar las obras: 'El otro día hicieron una inauguración en Valladolid. Montaron una carpa, llevaron a la prensa, enseñaron dos máquinas y pusieron la primera piedra. Ahí sigue, porque los terrenos están sin expropiar y no se puede empezar. ¿Por quién nos han tomado? Al final va a tener razón Cascos y los de la manifestación somos unos incautos, pero no por darle guerra, sino por creer que nos van a hacer caso de una vez'.
La desgracia de ser 'Objetivo 1'
Zamora es, por sus indicadores, la provincia que tira para debajo de la media de desarrollo de Castilla y León, y la responsable de que esta comunidad sea considerada 'Objetivo 1' de los fondos de compensación interterritorial de la UE. Su situación es crónica desde hace años, pero el grado de indignación es hoy tal que entre los poderes económicos de la región, aunque con la boca pequeña, 'existe la sensación', según diversas fuentes, de que los sucesivos Gobiernos del PP han mantenido deliberadamente a Zamora en niveles de subdesarrollo para que Castilla y León siguiera siendo durante 10 años 'Objetivo 1' de los fondos europeos. Además, decisiones políticas como elegir el vertedero de Zamora para depositar harinas cárnicas en plena crisis de las vacas locas, han contribuido a calentar los ánimos. La realidad llama al escándalo. Cáritas, que invierte en la región unos 450 millones de pesetas al año, repite en cada uno de sus informes las mismas cifras: el 30% de la población de la provincia, unas 21.000 familias, viven en precario o en la pobreza (con menos del 35% de la renta media nacional); de ésos, un 60% se concentra en las comarcas fronterizas, 'dejadas de la mano de Dios, entendiendo por Dios a las instituciones', según un responsable de Cáritas.
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