Prohibido ser madre
Soy una joven de 32 años y estoy embarazada. Parece mentira que este hecho, que a mí me llena de felicidad, sea considerado como un problema dentro de algunos organismos. He sufrido recientemente un rechazo laboral por mi estado y lo que más me ha dolido es que haya sido la junta directiva de Apdema, asociación que tanto defiende la integración laboral de otros colectivos desfavorecidos, la que haya decidido prescindir de una mujer embarazada.
Ellos me seleccionaron para un trabajo que consistía en atender a una mujer discapacitada y para el que estoy muy cualificada, debido a mi doble titulación en la materia. La atención de esta persona no requería grandes esfuerzos físicos, así que el puesto casi era mío. Durante mi conversación con la asistente social del colectivo le advertí de que estaba pendiente de otra oferta laboral y que podía resultar que en unos días dejara el puesto que ella me ofrecía. Aquello no sería impedimento para que me contrataran, aseguró. Luego le dije que estaba esperando un niño y entonces prefirió consultar el tema con la junta directiva. Para mi sorpresa, me negaron el trabajo. Los responsables de Apdema, entidad subvencionada por las instituciones, consideraban que no era conveniente para la mujer que yo iba a atender que tuviera que cambiar de cuidadora al cabo de unos meses. Es decir, no importaba que yo me marchara a otro puesto y si que cogiera la baja maternal. Está muy claro.
Todo esto es una injusticia y las víctimas, una vez más, somos las de siempre. Espero que esta carta sirva de denuncia, porque no me explico que gobiernos que van de abanderados en la defensa de la familia y de las libertades, permitan que ocurran este tipo de cosas. Yo sólo lucho por mi dignidad como mujer y como madre.
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