El escote de la violinista

Se enfada Ángeles Caso por la crítica del concierto de Anne-Sophie Mutter, pero no tiene razón. Desconozco el comentario sobre su escote y su estado civil al que hace alusión, aunque dudo de que se pusieran en cuestión su bien demostrada inteligencia y sus cualidades literarias o periodísticas. En cualquier caso, se equivoca la escritora, pues si bien una parte de dicha crítica está dedicada a describir la apariencia de la violinista, no lo es menos que las otras tres cuartas partes son una descripción detallada de los pormenores técnicos del recital, en el que, por cierto, la violinista saca muy buena nota (¿pese a su escote?). En el caso de la crítica aparecida en EL PAÍS, la descripción de la prenda de Mutter es, creo, del todo relevante, en la medida en que contribuye a relacionar la perspectiva vital de la intérprete con su interpretación. Digámoslo de otra forma: en el mundo rígido y formalista de la música clásica, las personas no son libres de vestir como quieran, dada la presión social que existe en este sentido, como tampoco lo son los/as visitadores/as médicos/as, los/as ejecutivos/as o los/as ministros/as, por poner un caso, y quien todavía lo dude puede acudir a una ópera en bañador y alpargatas, a ver qué pasa. La aparición de Anne-Sophie Mutter y su valentía a la hora de desafiar esta norma 'sabida' ha supuesto un desafío significativo en dicho mundo, como lo es, probablemente (aunque de esto no entiendo mucho), su manera de interpretar. Otra cosa es que el escote le siente divinamente a la violinista, cosa que corroboro, y que tampoco debería ser motivo de vergüenza ni oprobio. A la violinista le gusta gustar, y supongo que no sólo por su virtuosismo. En todo caso, si el comentario es machista, también lo es la elección de una prenda como el escote, de la que nada se comenta -cuestión de lógica-. Por último, una situación hipotética. Si la escritora fuera enviada a un concierto de Rostropóvich para elaborar un artículo sobre el mismo y éste apareciera para actuar en el Teatro Real con una florida camisa hawaiana, ¿lo pasaría por alto en su crónica?-