Al banquillo por extranjero
Un niño chileno de diez años se queda sin jugar porque para la ficha de federado es imprescindible la residencia
Jean Araya no ha cometido ninguna falta, pero tiene la máxima sanción deportiva: no puede jugar en el fútbol federado. La razón es que es extranjero y no cuenta con permiso de residencia, aunque este chileno de 10 años hace ya tres que vive con sus padres en España. El fútbol es su gran pasión y desde que llegó ha intentado jugar en la competición federada. Primero, con el Carranza, un equipo de Alcobendas; después, con el San Sebastián de los Reyes, y ahora, con el alevín del Villa Rosa, un club del barrio de Hortaleza, donde reside actualmente.
El caso de Jean se pierde en una caja de la Federación de Fútbol de Madrid con el de unos 150 extranjeros más. Las normas de la Federación Española son muy estrictas, y las de la de Madrid, aunque más flexibles, no permiten emitir la ficha de un jugador sin permiso de residencia. Entienden que no es competencia de las federaciones deportivas y saben que algunos persiguen la ficha para aportar un documento oficial que les acredite su residencia en España.
Pero Jean sufre y llora. Unas veces en casa, cuando nadie le ve, y otras de forma pública, cuando no aguanta más. En su nuevo club, el Villa Rosa, en el que ingresó el pasado mes de septiembre, no entienden la situación porque no pretenden, en ningún caso, un documento oficial. El director técnico, Antonio Guirado, sólo pide 'una licencia provisional, mientras los padres de Jean esperan su tarjeta de residencia, que, además se la van a dar en unos días. A su madre, el miércoles [por ayer], y a su padre, el 15 de marzo'.
Lo peor del caso es que el Villa Rosa está poniendo mucho interés en arreglar esta situación y Jean se ilusiona de forma desmedida cada vez que Carlos Aragonés, uno de los vocales de la directiva, lleva algún papel más, aunque sin éxito, a la ventanilla de fichas de la Federación de Madrid. 'El chaval pregunta cada semana por su ficha y me dice: '¿Cómo va lo mío?', cuenta su entrenador, Alejandro Moríñiguez, conocido como Mori en el mundo futbolístico de Madrid. Y añade: 'No falta ningún día al entrenamiento. Trabaja más que nadie, es muy peleón, muy batallador, y eso es precisamente lo que más pena me da, que cuando llega el sábado se tiene que quedar en el banquillo o en la grada sin poder jugar ni un minuto'.
Sus compañeros tampoco lo entienden. 'No lo veo justo, él se entrena sin cachondeo y luego no puede jugar', explica Carlos Pardo, de 11 años. El capitán del equipo, Jorge Casado, resalta el espíritu de sacrificio de Jean: 'Siempre viene a vernos. Le acompaña su abuelo y van a cualquier campo de Madrid donde nos toque jugar. Además, luego nos llena los bidones de agua por si lo necesitamos'. Aun así, también Jean se salta las reglas de su entrenador, y algunos de sus compañeros en el banquillo lo relatan: 'A veces nos pasa pipas sin que se dé cuenta Mori, para que nos entretengamos'. Lo que está claro es que participa como el que más y, bueno, también tiene su recompensa: 'Cuando terminan los partidos también le dan un bote de Aquarius [bebida refrescante]', puntualiza el capitán del equipo.
Quien le ha metido a Jean el gusanillo del fútbol ha sido su padre, Juan Araya. Tiene 38 años y fue jugador de un club profesional en Chile en su época cadete y juvenil, en el Wanderers. Considera que su hijo tiene muy buenas cualidades futbolísticas, aunque cree que el disgusto de no poder jugar le está haciendo engordar: 'Ha subido de peso a ocho kilos más, y eso le hace bajar su nivel futbolístico, pero es muy bueno', afirma. Juan no entiende la facilidad que, en cambio, tiene cualquier jugador profesional que llega del extranjero para entrar en un equipo, y comenta el caso del argentino Aimar, que ha fichado por el Valencia: 'Llegan por dinero y pueden jugar, y en el caso de mi hijo, que nada tiene que ver con la plata, no le dejan'. El padre de Jean ya lleva cuatro años ininterrumpidos en España, pero hace seis estuvo otro año. Vendió los camiones que tenía con su padre en Quilpué, una población portuaria y pesquera de Valparaíso, y regresó a España para trabajar en mudanzas. Ahora conduce un camión trailer.
Resguardos provisionales
Tanto Juan como Angelina, su mujer y madre de Jean, tenían la ilusión de que esta última semana se resolviese lo de su hijo con los resguardos provisionales del número de identificación de extranjero (NIE) que les han entregado en la comisaría de Entrevías. Sin embargo, no fue así. Aragonés se volvió a presentar en la ventanilla de la Federación de Madrid pero, al no tener permiso de residencia el chaval, no se le facilitó la ficha. El vocal de la directiva del Villa Rosa advierte del peligro que sería que 'al niño le quitasen la ilusión de jugar al fútbol', y agrega: 'Tenemos la documentación lista para entregar, con la ficha rellenada, las fotos pegadas y el reconocimiento pasado para hacerlo al instante, pero nos falta el permiso de residencia y ahí mueren nuestras ilusiones'.
Además, expone un ejemplo que contrasta con la buena intención de Jean: 'Hace un año llegó al club un jugador juvenil libanés que era un portento, pero al segundo día de entrenamiento nos solicitó un certificado de que estaba en el Villa Rosa desde hacía algún tiempo. Nosotros nos negamos y él no volvió a aparecer por el club'.
Los padres de Jean van a tener tarjeta de residencia en los próximos días, pero lo que aún desconocen tanto ellos como el club es que el trámite para que Jean tenga su permiso de residencia no laboral va a tardar otros cuatro o cinco meses, ya que la solicitud tiene que pasar por la Delegación del Gobierno y por la Jefatura Superior de Policía. Jean se pasará en blanco otra temporada. Será la tercera y, si resiste y no pierde su ilusión por el fútbol, podría debutar en octubre. Pero ocho meses son muchos para un niño de 10 años.
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