Fútbol mejor que crochet
Amas de casa malagueñas constituyen un equipo para romper la rutina y algunos moldes
Se encasquetan la indumentaria y salen al campo. Pantalón azul y camiseta blanca. El entrenador Sebastián Acedo marca la estrategia y apunta los fallos. El equipo Parque del Mar parece uno más de los cientos de grupos que practican fútbol sala en Andalucía.
Pero no lo es. Sus componentes no son hombres fanáticos del deporte, sino modestas amas de casa que por unas horas anteponen los goles a las sartenes o sus ganas de pasar un rato agradable a las obligaciones domésticas. 'Tte diviertes más dándole a la pelota que limpiando el polvo', confiesa Isabel María Juliá.
Un poco por cambiar la rutina, otro poco por hacer ejercicio y una pizca de intención por romper moldes, llevó a un puñado de malagueñas a crear el equipo hace ya más de nueve meses. La promotora de la idea fue Pepi Salazar, la presidenta de la asociación de vecinos del Jardín de la Abadía de Huelin.
Todo surgió después de que un grupo de mujeres de distintas organizaciones sociales jugara un partido de fútbol contra las concejalas de la capital para recaudar fondos con los que comprar juguetes para niños sin recursos. A Pepi le pareció que el deporte también podría servir de excusa para que las vecinas del barrio se sintieran 'más jóvenes, más útiles y más libres'.
Así que lanzó la propuesta de formar un equipo femenino. Primero se apuntaron unas diez, aunque ya van por 12. La asociación vecinal compró la indumentaria, el colegio público Hogarsol cedió el patio y ellas pusieron las ganas. Ahora, la cita es sagrada: martes y jueves a las 17.00. 'Salvo que llueva', aclaran.
Las rodillas de María José Domínguez, madre de dos hijos y una de las goleadoras del equipo, están algo peladas por las caídas, pero ella se lo toma a broma: 'Son muy femeninas'. Después se pone seria y hace una breve pero contundente declaración de principios: 'El fútbol no es de los hombres, todas las cosas son de todos'. 'Ahí, ahí', asienten las demás.
Toñi Benítez recuerda que cuando se hizo un esguince a cuentas de los entrenamientos, una mujer mayor le dijo que si se hubiera quedado en casa haciendo crochet no se habría lesionado. Pero para ella, es importante que las mujeres se animen a hacer otras cosas 'aparte de fregar los platos'. Entonces tercia Pepi: 'Nos han hecho creer que tenemos que estar haciendo crochet, pero las que tenemos otra amplitud de miras luchamos porque a las demás se les abran los ojos'.
Las mujeres del equipo tienen una vida bastante activa. Y no sólo por el fútbol. Llevan su casa, participan en la asociación de vecinos, hacen baile y se apuntan a un bombardeo. Han jugado -'y empatado'- con los hombres de la asociación, han disputado partidos a beneficio de Manos Unidas y ahora se preparan para enfrentarse a un equipo de federadas.
Normalmente entrenan entre ellas o con niños de la barriada que ya se han aprendido sus horarios. 'Se sienten importantes al saber que pueden enseñarnos a nosotras...', cuenta Toñi. Las demás admiten que ellos, en mejor estado físico, casi siempre ganan.
Entre gol y gol, animan a otras mujeres a seguir sus regates y hasta les ofrecen su apoyo porque su sueño sería que un día pudiera crearse una liga. Aunque de momento, ya le encuentran ventajas a la iniciativa: el equipo les ayuda a mantenerse en forma, refuerza su confianza en sí mismas y es un ejemplo de igualdad. Además, todas coinciden: el fútbol es mucho más divertido que el crochet.
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