Falun Gong o la espiritualidad china vía Internet
El líder del movimiento, Li Hongzhi, vive en Nueva York y tiene millones de seguidores en 40 países
Desconcierta al principio el aspecto absolutamente casero de la reunión. En el salón comedor de un apartamento corriente del Upper West Side de Nueva York se han reunido, como todos los miércoles por la noche, unos cuantos practicantes de Falun Gong, la organización religiosa que el ministro chino de Asuntos Religiosos calificó recientemente de 'tumor venenoso'. El ambiente es sereno, casi irreal; nada que ver con las inmolaciones públicas de presuntos simpatizantes en la plaza de Tiananmen. Falun Gong es un movimiento intangible, pero muy real, que está ganando muchos adeptos en EE UU.
Para empezar, es aquí donde vive exiliado su líder, Li Hongzhi, el Gran maestro de la Escuela de la rueda de la ley de Buda, Falun Gong (o Falun Dafa) en chino, una práctica espiritual que se basa en la antigua disciplina china del qigong y que fue declarada ilegal por el Gobierno de Pekín en julio de 1999. Desde entonces se calcula que miles de sus simpatizantes han sido perseguidos y torturados.
Los adeptos rechazan la etiqueta de secta y se definen como practicantes de una 'disciplina'
Nada en el salón comedor de Nueva York recuerda todo esto. Kaishin, la anfitriona, termina de pasar la aspiradora y pone un biombo para ocultar los trastos de la cocina. Ocho personas se han reunido para practicar juntos unos ejercicios que, para el profano, se parecen un poco al yoga. Son de toda raza y religión. 'Yo siempre andaba buscando algo que aliviara mis inquietudes espirituales y lo he encontrado', dice Guadalupe Martínez, traductora legal en la fiscalía de Nueva York, que dirige las prácticas de esta noche, dos horas de intensa y silenciosa meditación.
Como otros muchos, descubrió Falun Gong de casualidad, entre la dietética, la religión y el deporte. Los adeptos, que se autodenominan 'practicantes', rechazan la definición de secta y prefieren referirse a una 'práctica espiritual' o una 'disciplina'. Todo es completamente accesible. La organización vive plenamente la era de Internet, su mayor vehículo de promoción y contacto (www.falundafa.org). En Nueva York, un simpatizante abre todas las noches sus puertas a los que quieran practicar. Sólo hay que consultar la Red.
Y sin embargo, Falun Gong tiene ramalazos clandestinos. Nada se sabe de las actividades de Li Hongzhi, salvo que reside con su familia en 'el área de Nueva York'. Sus dos últimas apariciones se remontan a octubre y noviembre del año pasado, en San Francisco y en Detroit, en charlas que Falun Gong organiza por Estados Unidos. El maestro no ha dado una entrevista en más de año y medio. 'Ahora no le conviene hablar', dice Gail Rachlin, la portavoz del movimiento espiritual. Aparentemente vive de la venta de sus dos libros.
Tampoco se conoce el número de adeptos. '¿Y eso que importa?', dice Rachlin. Sin embargo, la página web estima en 100 millones sus practicantes sólo en China, cifra que Pekín reduce a 2 millones. Falun Gong está presente en 40 países y tiene contactos en 58 ciudades en EE UU. Pese a no tener una estructura definida (no hay oficina en Nueva York), Falun Gong es capaz de movilizar a sus fieles en un tiempo récord. 'Nos ponemos en contacto por correo electrónico', dice Rachlin.
Falun Gong está también en contacto permanente con Washington. Rachlin, con los otros portavoces del movimiento, viaja regularmente a la capital para entrevistarse con congresistas o miembros del Gobierno. Dentro de poco tienen previsto crear una organización con fines no lucrativos, los Amigos de Falun Dafa.
El dinero es otra de las cosas que existen, pero no se mencionan. Para diferenciarse de las sectas, Falun Gong asegura una y otra vez que su práctica es gratis y que en ningún momento pide dinero a sus practicantes. Tiene al menos tres publicaciones trimestrales en inglés que dan cuenta de las actividades del movimiento y, sobre todo, arremeten contra las autoridades chinas.
Rachlin asegura que estas publicaciones, con un buen diseño y buen papel, están financiadas por miembros generosos que quieren permanecer en el anonimato. Todas se remiten al Falun Dafa Information Center, una dirección de Nueva York, en la calle 57. ¿Por fin una oficina? Rachlin explica: 'No, allí no hay nada, es sólo un buzón de correos. Lo hacemos todo por Internet'.
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