El papel de la I+D+I en el desarrollo regional europeo
Hoy se celebra en Valencia (Museo de las Ciencias Príncipe Felipe) un importante Foro Internacional organizado por la Conferencia de Regiones Marítimas y Periféricas (CRMP). Este colectivo agrupa a más de 120 regiones europeas con intereses comunes por lindar con algún mar u océano, y por encontrarse alejadas del centro de gravedad político y económico de la Unión Europea (UE). El motivo de la reunión, a la que tienen previsto asistir autoridades comunitarias y miembros de los gobiernos centrales y regionales de un buen número de países, es analizar, desde la óptica regional, las políticas de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I). La razón por la que la reunión se celebra en Valencia no es otra que la presidencia que nuestra región ejerce en el seno del grupo de trabajo de la I+D+I en la CRMP.
Desde el Consejo Europeo de Lisboa en marzo de 2000 se puso de manifiesto, de puertas afuera, la importancia para la Europa comunitaria de disponer de un sistema de ciencia-tecnología-empresa que permitiera competir internacionalmente, con garantías de éxito, con los sistemas más desarrollados del mundo como son el estadounidense y el japonés. Se trataba de hacer un frente común que fortaleciera la capacidad científica y tecnológica de los países europeos ante los más fuertes. De puertas adentro, se destacó el papel creciente de las políticas de I+D+I en el crecimiento económico, la generación de empleo y la cohesión social, recomendando la creación de un nuevo espacio de la investigación, especialmente, ante la futura ampliación de la UE.
No es de extrañar que las iniciativas del Consejo hayan producido distintas reacciones en los diferentes ámbitos institucionales de la UE ya que entrañan una cierta contradicción interna. Considerando a la UE como un espacio único de investigación, se debería realizar la política de I+D+I que mejor uso hiciera de los recursos públicos y privados siguiendo un único criterio de eficiencia, lo que conduciría a concentrar el gasto de I+D+I en los países centrales de la UE. Sin embargo, desde la óptica del crecimiento económico, la generación de empleo y la cohesión social, la política de I+D+I no debiera concentrarse en los países más avanzados tecnológicamente, sino que debería ser utilizada en países y/o regiones periféricas para fomentar la convergencia nacional y regional. Puede apreciarse que ante el dilema anterior no cabe más que establecer un compromiso entre hacer máximo el potencial científico/tecnológico o utilizar la política de I+D+I como fuente de desarrollo regional. Ante el temor de que el primero de los objetivos, la excelencia tecnológica, pese demasiado en la política científico-técnica de la UE y que las inversiones en I+D+I continúen concentrándose en los países centrales, las regiones más alejadas han decidido plantear su punto de vista (territorializar la I+D+I) sin que por ello se ponga en compromiso la necesidad de coordinar las acciones bajo una óptica común a la UE.
Ante las propuestas de territorialización de las políticas de I+D+I algunos responsables de administraciones supraregionales o supranacionales han puesto el grito en el cielo sin pensar previamente en el significado específico de dicho concepto (al que recurren cuando conviene para defender su punto de vista frente a una administración de ámbito superior) A menudo se ha puesto como ejemplo la posible irracionalidad que significaría duplicar los centros de investigación o las grandes instalaciones científico-técnicas. Pero es evidente que nadie defiende una política de I+D+I de campanario y todos los responsables conocen las ventajas de la especialización y de la concentración del esfuerzo. De entrada, el punto de partida es demasiado desfavorable para la distribución de la I+D+I entre las diferentes regiones europeas como para no mostrar una especial sensibilidad hacia este tema. La diferencia entre la renta per capita de la región más pobre y la más rica de la UE es de 1 a 9, y la diferencia en materia de I+D+I es todavía mayor, de 1 a 10. Luego la distribución espacial de la actual política de I+D+I no puede ser más desequilibrida desde el punto de vista espacial ya que conduce a una excesiva concentración. En otras palabras, la territorialización actual no parece ser nada satisfactoria.
Pero ¿qué significa territorialización de las políticas de I+D+I? Desde luego no se trata de una regionalización a ultranza, ni tampoco de una partición de los programas europeos de I+D+I en programas nacionales y de éstos en programas regionales. Muy al contrario, la territorialización consiste en un criterio combinado entre una visión sectorial y una visión territorial del desarrollo económico. Se trata de hacer compatible la planificación de la política científica, como se dice ahora 'de arriba abajo' (top-down), con el desarrollo de las potencialidades locales y regionales 'de abajo arriba' (bottom-up). Y tampoco afecta la composición de esta visión combinada de igual forma a cada uno de los componentes del trinomio I+D+I. Porque la ciencia (asociada a la investigación científica) tiene una consideración universal que difícilmente puede vincularse a las características de un territorio, mientras que el desarrollo y la innovación tecnológica tienen mucho mayor vínculo con los sectores productivos y las empresas de una región concreta.
¿Cómo no va a reconocerse entonces, que para que sean uniformes las oportunidades que brinden las políticas nacional y europea de I+D+I al desarrollo de las distintas regiones las acciones no pueden ser uniformes? Si se desea la construcción de un espacio único europeo para la investigación será preciso permitir que cada región contribuya de manera útil al mismo con su propio sistema. Y no será suficiente adoptar una política única y uniforme para todo el territorio como si éste fuera completamente homogéneo.
Piénsese que si sólo se utilizaran criterios de eficiencia se tendería a concentrar siempre todas las inversiones en I+D+I en un único territorio, sin permitir que se desarrollaran otras oportunidades en regiones menos avanzadas. Con ese criterio, nunca hubiera existido ninguno de los centros de excelencia con los que hoy día contamos en la Comunidad Valenciana y que han mostrado y demostrado lo inteligente que fue la apuesta en su día por el desarrollo regional de la política de I+D. A lo largo de la jornada del viernes se analizarán medidas y acciones concretas que propone la secretaría general de la CRMP para mejorar la política comunitaria de I+D+I que, sin comprometer el objetivo de conseguir una Europa más fuerte desde el punto de vista tecnológico, contribuyan al desarrollo de los recursos humanos y de los centros de excelencia de las diferentes regiones. Un enfoque de cooperación interregional en Europa contribuiría a facilitar la implantación territorial de la política de I+D+I y una participación mayor de los gobiernos regionales en las materias de su competencia, lo que extendería el principio de subsidiariedad que propone la descentralización de la ejecución de las políticas comunitarias.
Uno de los papeles esenciales de la política consiste en defender puntos de vista colectivos, arbitrar tensiones, conseguir compromisos y evitar dominancias. La reunión de la CRMP quiere contribuir a este objetivo al defender un punto de vista regional sobre las políticas de I+D+I de la UE. Del resultado de las ponencias y discusiones se extraerán unas conclusiones que podrán mejorar, con toda probabilidad, la política europea en materia de I+D+I si permiten conjugar los objetivos de reforzar el sistema europeo de ciencia-tecnología-empresa sin renunciar a fomentar y potenciar el papel de la I+D+I en el equilibrio del desarrollo regional.
Javier Quesada es subsecretario de la Oficina de Ciencia y Tecnología.
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