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La primera posibilidad de alternancia

Los sondeos apuntan a que por vez primera en Euskadi el PP y el PSE con la ayuda de UA pueden acabar con 20 años de Gobierno del PNV

Pedro Gorospe

Las próximas elecciones autonómicas vascas tendrán que dilucidar si son certeras las tendencias y sondeos que hacen casi imposible la mayoría absoluta de PNV y EA, y probable la de los partidos autonomistas, PSE, PP y UA. Una batalla en la con el voto de apenas un 2% de electores puede cambiar el panorama. El voto de unos 65.000 jóvenes que se incorporan al censo puede resultar clave, tanto como la evolución de la abstención en las filas socialistas o el destino final de los votos periféricos de EH disconformes con la vuelta de ETA a los asesinatos.

Álava será la provincia que haga ganar a unos u otros después de un 'combate político' -término acuñado por Xabier Arzalluz- en el que tanto el PNV como populares y socialistas saben que está en juego, por vez primera en Euskadi, la alternancia en el Gobierno.

'Una de las claves en Álava es la abstención del PSE y el voto juvenil', señala el sociólogo Paco Llera

La batalla electoral que se avecina tiene todos los mimbres para convertirse en muy dura. Unos y otros, con sus alianzas estratégicas, se juegan, más que nunca, el Gobierno o la oposición, sobre todo después de que ningún partido esté en disposición de conseguir el suficiente apoyo como para gobernar en solitario. Una disputa electoral extremadamente dura en la que serán decisivos los pequeños detalles, cualquier bolsa de votos potenciales, ya que un 2% o un 3% puede convertir un gobierno en estable, es decir con mayoría absoluta, o darle la mayoría minoritaria, suficiente para gobernar, pero a expensas de lo que puedan hacer sus oponentes en el Parlamento.

Los sondeos de la Universidad del País Vasco y del Gobierno vasco establecen que la horquilla de resultados para PNV-EA oscila entre 27 y 29 escaños, que podrían ser 32 con la hipotética aportación de IU, que subiría de dos a tres, al bajar del 5% al 3% los votos necesarios para conseguir escaño. Para los partidos autonomistas, PSE, PP y UA, la horquilla va de los 33 a los 39 escaños. En el Parlamento vasco, 38 votos dan la mayoría absoluta ya que la cámara está formada por 75 diputados. PNV y EA han gobernando con 27 votos desde que los 16 diputados de EH abandonaron la Cámara en septiembre del pasado año.

La clave de Álava

Álava es la provincia con menos población de las tres vascas, pero aporta el mismo número de diputados, 25, lo que convierte a sus vecinos en especialmente valiosos, en términos de cómputo electoral. En 1986 el PSE ganó en Álava, y de refilón las elecciones autonómicas al obtener más escaños que el PNV pero menos votos. Esa peculiaridad la convierte en una plaza en la que cada voto es especialmente disputado, también para el PP, que en 1998 obtuvo siete de sus 16 escaños en esta provincia.

Los sondeos auguran que puede subir hasta cuatro más, y conseguir en la capital de Euskadi la mitad de su botín en toda la comunidad.

En Álava, el 86% de la población y de los votos están concentrados en Vitoria, donde el PP ya gobierna en el Ayuntamiento y en la Diputación. Quizás por eso, en Álava cobra mayor importancia la incorporación de los jóvenes y la abstención del partido socialista, ya que una menor aportación cuantitativa genera mayores réditos electorales.

El ejemplo de Vitoria es extrapolable al resto de grandes ciudades vascas. Es decir, los sondeos y la tradición de las últimas elecciones vienen a decir que el voto en grandes urbes beneficia al PP y al PSE.

Paco Llera, profesor de sociología de la UPV y responsable del Euskobarómetro, uno de los sondeos más prestigiosos del País Vasco, explica que las nueve grandes ciudades del País Vasco, es decir las tres capitales, las cinco ciudades de la Márgen Izquierda, e Irún, -el 55% de la población- tienen un voto mayoritariamente autonomista. 'Una idea clave es que la Asamblea de Electos, Udalbiltza agrupa a concejales nacionalistas mayoritariamente de pueblos menores de 9.000 habitantes, pero que solo representan al 16% de la población vasca', explica.

De confirmarse esas tendencias reflejadas en los sondeos los pequeños detalles se van a convertir en decisivos. Por ejemplo el comportamiento de los 65.000 nuevos electores que se incorporan al censo se presenta como una bolsa trascendental. Apenas si representa un 4%, pero en una pequeña comunidad como la vasca ese número puede ser definitivo.

Varios sociólogos coinciden en que en los últimos cuatro años se ha roto la curva que atribuía a los nuevos electores un carácter abstencionista y además autonomistas. 'Hasta ahora los votos de los jóvenes iban casi directamente a la bolsa de la abstención', pero los estudios confirman que esa tendencia se ha invertido. 'Es un pequeño detalle pero puede acabar resultando trascendental. Lo cierto es que son menos abstencionistas y más autonomistas, con lo cual ese sector puede ayudar a darle un vuelco a la situación política', explica Llera.

Como en todas las elecciones, una de las claves puede estar en saber gestionar la bolsa de la abstención. Hasta 1998, la opinión más generalizada era que la abstención era voto de izquierdas que se perdía. Sin embargo, en ese año bajo la abstención por debajo del 30% al darse la participación más elevada en los comicios autonómicos y benefició fundamentalmente al PNV, que consiguió 45.000 votos más que en 1994. No obstante, el componente principal sigue siendo de izquierdas, como lo demuestra el hecho de que en las zonas en las que ganan los socialistas, como en la Margen Izquierda, el porcentaje de abstención siempre es menor que la media vasca.

Fuentes del PSE explicaron ayer que efectivamente una de las claves es saber movilizar a ese electorado pasivo que decide ausentarse de los comicios. Las tendencias que dibujan los sondeos electorales hechos públicos hasta el momento, auguran una progresiva recuperación del PSE, frente al estancamiento del PNV. Podrían obtener entre 12 y 16 escaños, frente a los 14 que tienen en este momento. Una de las ventajas de los socialistas es que su voto es el más homogéneamente repartido por la comunidad vasca. En 1998 consiguieron cinco en Álava, cuatro en Guipúzcoa y cinco en Vizcaya. Un reparto que con tendencia al alza y movilizando a la abstención podría hacerles subir lo suficiciente como para que una alianza con el PP y UA haga factible la mayoría absoluta y por tanto difuminar el fantasma de una moción de censura. Si PP y PSE con UA disponen de mayoría pero no absoluta, estarían a expensas de una alianza de oposición entre el PNV, EA y EH, cuya suma sí alcanzaría la mayoría suficicnte para censurar a un lehendakari no nacionalista.

EH y sus votos

HB ganó 57.000 votos en 1998 respecto a las anteriores autonómicas. Eso se tradujo en los 14 escaños que consiguió EH en plena tregua de ETA, cuatro más que en los anteriores comicios, y que se sumaron al optimismo de la paz.

Pero de la misma manera que algunos de sus concejales han ido abandonando el barco desencantados por la vuelta a los asesinatos y a la crueldad de los terroristas, es previsible que esos cuatro escaños vuelvan a la abstención. 'No creo que vayan a parar a manos ni del PNV ni de EA, al menos de forma tan clara', explica Paco Llera, 'posiblemente en un primer momento se van a quedar a la espera de otros tiempos, aunque quizás el nacionalismo antes moderado, pueda captar algún porcentaje de esos votos desencantados. Los sondeos aventuran una tendencia a la baja de entre dos y cuatro escaños. En los estudios no se aprecia un flujo claro hacia el nacionalismo, sino hacia la abstención'.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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