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Columna
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Intramuros

José Luis Ferris

De Sor Citroën para acá, la lucha de ciertos sectores católicos por ganar adeptos ha sido francamente encomiable. El esfuerzo de algunos representantes de la Iglesia por adaptarse a los nuevos tiempos ha llevado a muchos a ejercer un apostolado de riesgo que con frecuencia se ha topado con serios expedientes disciplinarios o severas llamadas al orden por parte de sus jerarcas. Y esto ocurre y ha ocurrido porque los obreros del clero, llámese abad, sacerdote o canónigo penitenciario, cada cual, digo, se ha buscado la vida como bien ha podido para ajustar su conciencia a la realidad que le ha tocado en suerte.

Un buen amigo mío que encarriló su sapiencia hacia el seminario, acabó de párroco en los suburbios, buscando a Dios en barrios apartados con obreros de sueldos miserables, gente en paro y adolescentes conflictivos que conocían muy bien las galerías del infierno. Otro, a quien echo bastante de menos, se marchó a Centroamérica para llenar su apostolado de razones y sentir, de algún modo, la utilidad de Dios. Antonia, monja y amiga por la gracia del cielo, anda todavía por África embarcada en sus misiones y en su utópico propósito de paliar el hambre. Sin embargo, son pocos los que quedan, las vocaciones se agotan y es mucho más práctico afiliarse a una ONG sin tener que pasar la reválida de un seminario o la promesa de los votos para obrar de igual manera. La desecularización de la sociedad es tan evidente que los refugios religiosos son ya un reducto de contados inquilinos. No es, pues, de extrañar que desde sus humildes celdas, frailes y monjas hayan decidido librar su cruzada para captar vocaciones por medio de una página web. Ya son legión los clérigos/as internautas que se meten en la red desde la oscuridad de sus claustros para vender las excelencias de la vida retirada, la oración y las actividades que intramuros convierten la soledad en pastelitos de gloria, éxitos gregorianos o bordados de filigrana. No es mala opción como destino de vacaciones o como experiencia relajante de fin de semana. Pero la vocación es algo más y veo muy difícil el futuro de estas órdenes que superponen clausura a globalización, silencio a rebeldía, austeridad a liquidación por fin de temporada.

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