Enseñar en la UPV
De mi experiencia universitaria he de reconocer el valor del profesorado al impartir sus clases en un clima de tensión y miedo permanentes, así como mi rechazo a que muchos profesores hayan tenido que irse del territorio porque sus argumentos disgutaban a los radicales; otros te llegaban a clase sin ánimo porque acaban de recibir amenazas de muerte en sus buzones del despacho o porque en la radio se informaba del último atentado terrorista. Desde luego, la actividad docente en la UPV no es sencilla, porque nada es tan difícil como tener que acallar la propia voz de la conciencia en el aula o tener que sostener un diálogo silencioso con quienes no son capaces de aceptar -bajo el estandarte de la violencia- la opinión contraria a sus argumentos políticos independentistas. Si la Universidad se cierra a la cultura y se abre al fanatismo, sería un paso atrás.
Esta carta es un reconocimiento a todos estos profesores que pugnan todos los días por preservar la dignidad y la libertad intelectual de cada uno de nosotros. No se trata de buscar en la historia la justificación de la identidad vasca, porque ya la sentimos. No se trata de justificar la independencia o la soberanía vasca en un pasado idealizado en el que éramos puros de alma y cuerpo. Contra más nos aferremos al pasado, más navegaremos sin rumbo hacia el futuro. En la Universidad nos encontramos con compañeros de muchas comunidades autónomas; su contagio, es un rasgo de riqueza y de diversidad, de pluralidad, que es aceptación de nosotros mismos y los demás. Solo queremos la paz, la conciencia de ser vascos no radica en imponer la identidad con las bombas o con el miedo.-
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