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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vidas humanas

Mi marido y yo trabajamos en horario de jornada completa, y a nuestro hijo de 10 meses lo cuida Lucy, una ecuatoriana dulce y cariñosa que también nos ayuda en las tareas de la casa. Lucy vive con nosotros desde hace un año, en que se vio obligada a abandonar sus estudios de Odontología en la Universidad de Quito a causa de la crisis económica. Llegó a Madrid como la mayoría de sus compatriotas, sin permiso de trabajo ni de residencia, confiada en encontrar un empleo con el que ahorrar lo suficiente para pagar la deuda contraída por el viaje y algo más para poder seguir con sus estudios, por los que siente verdadera vocación. Tuvimos la suerte de encontrarla poco después de su llegada a Madrid, y desde entonces es un miembro más de nuestra pequeña familia, a la que contribuye con su trabajo, permitiendo que mi marido y yo podamos continuar con los nuestros, dejando a nuestro hijo y nuestra casa en sus manos cada día.

Un año después de que se estableciese esta relación laboral basada en la confianza, la Administración ha contestado negativamente a nuestra solicitud de permiso de trabajo y residencia para Lucy, aduciendo que hay personas (de nacionalidad española, claro) en el paro para desempeñar el mismo tipo de trabajo, a las que tenemos que dar prioridad.

No pagamos a Lucy un sueldo inferior al del mercado laboral, pero hasta que no tenga papeles no podemos inscribirla en la Seguridad Social. No queremos a nadie que no sea ella, queremos que siga con nosotros hasta que ahorre dinero suficiente para ser una excelente odontóloga, en su país o en el nuestro; queremos para ella un futuro que la crisis económica le arrebató, para ella y para todas las Lucys que cuidan de nuestros hijos, de nuestras casas, de nuestras comidas, para que podamos seguir trabajando y creando riqueza en este país, que se olvida de quién ayuda a qué, que desconoce el lado humano de la inmigración (¿es que hay otro?), que se dirige a todos sin rostro y sin entendimiento, que en vez de vidas humanas ve números y papeles y que promueve con su política ciega e insolidaria la corrupción, las mafias y la marginación de los que sólo aspiran a trabajar dignamente.

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