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Los pediatras rurales recurren a la justicia para defender la especialidad

aLos pediatras rurales no quieren hacer guardias en sustitución de los médicos de familia. Aseguran que ellos no están preparados para atender a las personas adultas cuando llegan a urgencias. Por eso han decidido acudir a los tribunales; tampoco descartan la huelga. Desde el SAS, sin embargo, les recuerdan que 'antes que nada son médicos', y que forman parte de un 'equipo comunitario'. Mientras tanto, la venta de guardias, a 21.000 pesetas cada una, es frecuente en este colectivo.

Son más de 600 los pediatras que trabajan en equipos de salud del ámbito rural. Muchos de ellos viven angustiados pensando en la posibilidad de quedarse solos de guardia. Por eso, si hay alguien que le compra esa guardia, se la venden; a 21.000 pesetas, que es lo que estipula la ley. El problema surge cuando entre los colegas nadie necesita el dinero y el pediatra ha de atender el sólo las posibles urgencias que surjan.

Los pediatras de los pueblos creen que su especialidad no les obliga ni les capacita para atender a personas adultas. Y ponen un ejemplo. 'Si llega al centro de salud un anciano con un infarto, nosotros no sabemos que hacer; quien debería atenderlo, realmente, es el médico de familia', explica Juan Ruíz, presidente de la Asociación de Pediatría de los Centros de Salud de Andalucía. En su opinión, las guardias de estos médicos deberían programarse de otra forma, 'quizá en un centro comarcal, donde hubiese un servicio permanente de pediatría', apunta.

Desde el SAS, en cambio, el director general de Asistencia Sanitaria, Joaquín Carmona, comenta que 'si bien no nos negamos a estudiar su situación, si les recordamos que por encima de todo son médicos'. Carmona niega que sea frecuente -'y menos lo habitual, como dicen'- encontrarse a un pediatra haciendo una guardia en solitario. 'Lo normal es que las guardias las hagan acompañados de un médico de familia', precisa. Pero en la asociación insisten en que la mayoría de los pueblos en los que hay centros de salud, como en los onubeneses de Gibraleón, Riotinto o Ayamonte, esta práctica es muy frecuente.

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