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Columna
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Futuro

Felipe González, muy temprano, se acercó hace un tiempo al Parque Tecnológico de Andalucía. Con sorpresa lo recibió el director gerente, Felipe Romera. Quería conocer el PTA. Romera le fue explicando las entrañas y el corazón de una realidad en la que hace años pocos confiaban. Felipe González, en silencio, escuchaba; era una esponja empapándose de lo que le explicaban. Como González, otras personas, políticas y no, se han acercado al parque para conocer lo que Klaus Plate, presidente de la Asociación Internacional de Parques Tecnológicos (IASP), ha calificado como 'uno de los emblemas de éxito en el sur de Europa'.

Si el PTA mantiene, en los dos próximos años, su ritmo de crecimiento, se consolidará como 'la ciudad del conocimiento' más importante de Europa. Al margen de las cifras de inversión, creación de puestos de trabajo, número de empresas instaladas, la lista de espera que hay para que otras puedan entrar y la prevista ampliación del PTA, la tecnópolis malagueña, es un ejemplo a seguir. La propia cúpula de la IASP mostraba su sorpresa por el desarrollo alcanzado en tan pocos años y por una evolución tan rápida en la instalación de empresas y la calidad de las mismas. Quienes hace años acusaban de que el PTA sería, en su día, una especie de polígono industrial 'ilustrado', tienen que estar mordiéndose la lengua. Y esto tiene un valor aún más importante. El PTA no ha nacido en un entorno en el que la tecnología y la investigación aplicada fueran algo consustancial, sino todo lo contrario. Málaga no es Seatle, Hamburgo o Amsterdan. Ha tenido que construir su propia historia. Por eso, ahora, cuando algunos políticos quieren resucitar las 'dos Andalucías' de los tiempos de la transición democrática, con mentalidad provinciana y paleta, hay que decir que el futuro no se construye con palabras, sino con hechos.

Y ahí están, en las mismas narices de los andaluces. Quienes, como Felipe González, conocieron en profundidad el Parque Tecnológico de Andalucía, deben pensar en los estériles debates en los que nos vemos envueltos.

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