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CRISIS EN EL GOBIERNO CATALÁN

Duran abandona el Ejecutivo catalán en respuesta al nombramiento de Mas como sucesor de Pujol

Duran Lleida tenía los días contados en el Gobierno de la Generalitat. Y su dimisión de ayer, aunque esperada, no hizo más que empeorar una situación de constante deterioro de las relaciones entre los dos partidos de la coalición gobernante en Cataluña desde 1980. Cuando Jordi Pujol creía cerrada la crisis en su Gobierno, tras los cambios introducidos en enero pasado con el nombramiento de Artur Mas como conseller en cap, volvió a abrirse la caja de los truenos.

En su comparecencia pública, el ya ex consejero de Gobernación adoptó un tono cauteloso pero contundente, consciente de que tanto los dirigentes de Convergència como los de la oposición política catalana medirían al milímetro sus palabras. Pero no se anduvo con rodeos al señalar a Jordi Pujol como el culpable de esta tormenta política.

Para el líder democristiano, ya no se dan las condiciones que le convencieron para entrar en el Gobierno -en noviembre de 1999 tras un destacado papel en la campaña electoral-, una vez que Pujol ha roto el frágil equilibrio de poderes entre él y Mas. Aunque reconoció que la decisión del presidente catalán es 'legítima', la calificó de 'unilateral y partidista'.

A pesar de que lo negó, tan sólo existe un problema de jerarquías. Duran no ha asistido a ninguna reunión del Ejecutivo con el nuevo conseller en cap y, ayer, ni siquiera le comunicó su dimisión. Tan sólo se lo anunció a Jordi Pujol a primera hora de la mañana. El presidente se limitó a expresarle su agradecimiento por los 14 meses que ha permanecido como consejero.

Pataleta política

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En la rueda de prensa, Duran Lleida dijo no querer agravar la crisis que vive CiU, pero no se mordió la lengua. Negó por activa y por pasiva que su decisión se deba a una rivalidad entre personas o a una lucha por el poder: 'No ha sido una pataleta política, porque hubiera podido presentar mi dimisión a la mañana siguiente del nombramiento de Mas y, sin duda, podría hacer más pataleta y más guerra desde dentro del Gobierno'. Evitó cualquier pregunta sobre temas de partido e intentó en todo momento quitar hierro a su trascendental decisión. 'Creo que es lo mejor para el Gobierno, para Pujol y para Mas, porque así le dejaré el camino más libre [a Mas] para que realice sus labores de Gobierno', manifestó. Y también, añadió, para que la oposición catalana no se aproveche políticamente de este conflicto y del debate sobre su permanencia o no en el Gobierno. Pero a nadie se le escapa que Pujol lleva ya dos remodelaciones desde noviembre de 1999.

A partir de ahora, Duran Lleida se empleará a fondo como líder de Unió Democràtica. 'Dedicaré todo mi tiempo a fortalecer a Unió y a garantizar que nuestra fuerza (CiU) continúe siendo mayoritaria', declaró.

La dimisión del consejero de Gobernación se produce sólo tres días después de que Unió y Convergència iniciaran las negociaciones sobre el nuevo protocolo que debe regir la coalición. Una nueva etapa en la que los democristianos reclaman más cuotas de poder.

Las victorias, en el último minuto

Todos los dirigentes de Unió Democràtica (UDC), incluido el propio Josep Antoni Duran Lleida, transmitieron ayer un mensaje unívoco: la dimisión como consejero del líder democristiano supone perder una batalla frente a sus socios de Convergència, pero no la guerra. Duran lo explicitó claramente en términos deportivos: 'En la final de la Copa de Europa en el Camp Nou, [en mayo de 1999], yo me acosté cuando faltaban diez minutos para el final del partido y ganaba el Bayern de Múnich por 0 a 1. A la mañana siguiente me desperté con una victoria del Manchester por 2 a 1'. El equipo inglés había marcado dos goles en los últimos dos minutos de partido y el líder de Unió sacó su propia conclusión: 'Algunos partidos se ganan o se pierden en el último minuto, incluso a veces en la prórroga', manifestó. Duran no pudo escoger mejor ejemplo para resumir la sensación que invadía a los miembros de la ejecutiva de Unió Democràtica, reunida ayer. 'La dimisión dignifica la posición de Unió y supone un claro aviso para navegantes: que sepan desde Convergència que la cosa va en serio. Nada va a ser como antes', advertía un dirigente democristiano. Otro apuntaba: 'Hoy todos los militantes de Unió podemos ir con la cabeza más alta'. La decisión de Duran Lleida fue aplaudida mayoritariamente por la ejecutiva, aunque algunos de sus miembros -los históricos del partido y menos partidarios de la ruptura con CDC como la nuevo consejera de Gobernación Núria de Gispert- lamentaron su salida del Gobierno.

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