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Columna
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Caza de brujas: la Síndic

Un calambre recorre al PP valenciano: quiere empalar la cabeza de Emilia Caballero y exhibirla en la ciudad de las picotas, para que al común se le marchite el uso de su saludable e independiente juicio. La imagen de la alcaldesa Rita Barberá, aupada en el balcón y reclamando entre, escupitina y vocerío, la dimisión de la Síndic de Greuges, se nos aparece como una fantasmal calcomanía del caudillismo. Las añoranzas, delatan que es un sofoco. Pero además el berrinche de la alcaldesa ha redoblado a degüello en el parche y las prietas filas del PP se han subido al blindado de su mayoría absoluta, para triturar a quien se ha limitado a cumplir impecablemente las atribuciones de su cargo. En este corralón, no solo hay déficit democrático, hay desguace democrático. Al Estado de bienestar, al social y al de derecho, se les dinamita con todo descaro y con sus desperdicios se montan un museo de los horrores. No resulta insólito, que del desprecio por una institución tan cercana al ciudadano como el Síndic de Greuges, se pase a su demolición. La bravata del PP de designar al titular de la institución por mayoría, podría concluir en la erección de una curiosa consejería: la de Greuges. Así la Administración no tendría quien defendiera al ciudadano y le enmendara la plana.

Y estas patéticas convulsiones, que les pudre el gesto, porque Emilia Caballero, en el cumplimiento de sus funciones, atendió la queja de la plataforma cívica Salvem El Cabanyal-Canyamelar, y elaboró una resolución, en términos de derecho, que ha chocado frontalmente con el dictamen de la Consejería de Cultura, favorable a la aprobación, por parte del Ayuntamiento de Valencia, del Plan Especial de Reforma Interior del Cabanyal. Dictamen, por cierto, que no está firmado por Manuel Tarancón, sino por una subsecretaria. La Síndic de Greuges, ahora denostada y acosada tan flagrante como injusta y temerariamente, no ha hecho más que proceder, ante la solicitud, de la referida plataforma, que estimó que se lesionaba los derechos del vecindario afectado. Y procedió escrupulosamente recabando a la Administración implicada toda la información precisa. Información que no se le pudo remitir, ya que se estaba a la espera del dictamen de la Consejería de Cultura, preceptivo porque se trata de un conjunto urbanístico catalogada como Bien de Interés Cultural y, en consecuencia, protegido legalmente. Con todo, Emilia Caballero se recorrió los barrios, con objeto de conocer la situación real, y visitó al consejero de Cultura y el Ayuntamiento. El 5 de enero supo por los medios de comunicación que el dictamen había sido emitido y el 8, primer día hábil, solicitó por fax y correo al Consistorio cuáles iban a ser sus actuaciones inmediatas. Ese mismo día, la plataforma cívica le remitio el texto íntegro de la resolución, en tanto la consejería se lo envió el 19.

Como la Síndic de Greuges no encontró conforme a derecho la citada resolución, porque entendía que la actuación municipal podría vulnerar el artículo 46 de la Constitución que afirma que 'los poderes públicos garantizan la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad', el 23 despachó otra resolución firmada por la Síndic de Greuges, en funciones, que ha levantado una nueva caza de brujas. Emilia Caballero, de acuerdo con la ley de la Sindicatura, comunicó a las Cortes Valencianas toda la peripecia y se puso a disposición de la cámara legislativa, para comparecer y explicarlo así más detalladamente. Emilia Caballero no va a dimitir, si no que se dispone a afrontar otros acuciantes problemas sociales aún por resolver, con la solvencia a la que se ha hecho acreedora. No sé si la dejarán. Será por los Carnestoltes, pero anda por ahí mucho pájaro disfrazado de senador McCarthy. Qué primada. Si no necesitan disfraz.

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