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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El silencio, un bien

Por fin ha trascendido que un juez haya declarado en una sentencia que el silencio es un bien y ha considerado que el ruido atenta a la intimidad de las personas, condenando a quien lo producía o permitía que se produjese.

Al leer la noticia en este periódico me imaginaba a esos vecinos atribulados frente a la todopoderosa maquinaria de una empresa importante de construcciones y frente a los chulescos empleados, que, confusos, defendían no se sabe bien qué interés frente a los vecinos. Era ésta, sin embargo, aunque desesperada, una situación limitada en el tiempo que, tras 18 meses, desapareció.

¿Qué ocurre, sin embargo, con aquellos vecinos que están condenados a soportar durante un tiempo indefinido toda clase de ruidos y sobre todo durante la noche?

Me refiero a los vecinos del centro histórico de Madrid que aguantan, noche tras noche y especialmente los fines de semana, los ruidos producidos por los bares de copas y por los clientes de toda clase de bares y restaurantes que sin recato salen a las calles, gritando, cantando y en muchas ocasiones consumiendo bebidas alcohólicas a las puertas de los locales.

Son diversas las situaciones que se dan según la clase del local. Las principales son:

-Bares de copas sin insonorizar suficientemente (la gran mayoría, digan lo que digan ellos) e incumpliendo continuamente los horarios de cierre. La música, o mejor el ¡boom, boom!, que es lo que se oye, sube paredes arriba, trepa por las patas de los sillones o de las camas y se introduce en tus sienes a modo de martillo, mientras el piso entero retumba.

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Las puertas de entrada y salida, en caso de que las tengan cerradas, golpean incesantemente en la madrugada. Fuera, un grupo vocifera, mientras decide adónde se dirige. Esto ocurre desde las diez de la noche y pueden ser incluso las cinco y las seis de la mañana cuando aún continúa.

-Bares normales, que con esta licencia funcionan como si fuesen de copas. Están camuflados, aparentemente son tabernas, que deben de tener un sistema y un horario distinto de funcionamiento pero que también tienen música y cierran a las tantas de la madrugada. Su especialidad: permitir que la gente beba y tome copas en la puerta, incluso en pleno invierno. Se da especialmente en el Madrid más castizo.

No es lo malo que haya uno, sino que suelen coincidir varios en una misma calle e incluso en pocos metros y en la misma acera.

-Bares que funcionan como restaurantes económicos también (tipo sidrerías, etcétera), dirigidos a la gente joven, que permiten que se agolpen a las puertas, esperando turno -no hay reservas-, generalmente con las puertas abiertas, y a veces y discretamente entretienen la espera permitiendo que consuman bebidas en la calle.

Aunque en contadas ocasiones respetan los horarios, los clientes suelen salir lentamente, deteniéndose en las puertas y gritando y cantando, e incluso insultando a quienes osen llamarles la atención. Todos los casos vienen agravados por la gran proximidad entre ellos y porque en cortos espacios pueden figurar cuatro o seis locales de este tipo o de algunos de los anteriores.

Creo que no sería mucho pedir a la Comunidad de Madrid, al Ayuntamiento y a la Junta del Distrito Centro que regulen de una vez por todas estas actividades y que hagan cumplir a rajatabla las ordenanzas y las normas que les afecten, cada uno según sus competencias, y que, por favor, no concedan más licencias.

No permitan que los bares que ya están cerrados o que dejaron de funcionar hace años, se vuelvan a abrir como tales. No dejen que en 150 metros puedan funcionar seis u ocho locales de este tipo. Controlen y regulen de una vez por todas estas actividades y emprendan campañas de concienciación de los ciudadanos. La diversión no tiene por qué estar reñida con el derecho a la intimidad, al descanso y al silencio, y éstos son derechos básicos. Lo acaba de decir un juez. Los vecinos de los barrios céntricos de Madrid hace años que perdieron ese bien. Hagan que lo recuperen, por favor.

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