Una propuesta del PNV
Xabier Arzalluz respalda la promesa de no volver a negociar con ETA en solitario
Nunca más solos. Ésta es la principal promesa de la actual dirección del Partido Nacionalista Vasco (PNV) a sus votantes más moderados, cara a las próximas elecciones autonómicas: no volver nunca a negociar con ETA de forma unilateral. La oferta está respaldada por el propio presidente del partido, Xabier Arzalluz.
La propuesta deja en el aire muchos interrogantes, a juicio no sólo de algunos de los representantes de ese sector moderado del electorado nacionalista vasco, sino también de sus destinatarios más probables e importantes: los socialistas.
¿No volver a negociar con ETA en solitario supone un compromiso del PNV de no repetir la experiencia del llamado Pacto de Lizarra, pese a que tanto Arzalluz como Egibar sigan considerando públicamente como válidos los principios ideológicos de aquel acuerdo? Los sectores moderados consideran que es así, dado que resulta imposible que un partido no nacionalista, interlocutor en una negociación con ETA, acepte planteamientos y concesiones soberanistas como los acordados en Lizarra.
El mensaje de 'nunca más solos' pretende llevar algo de confianza a los sectores moderados del voto nacionalista vasco, que se han sentido 'muy perplejos, confundidos y amargados' a raíz de Lizarra y de la nueva ofensiva etarra, en palabras de un importante empresario vizcaíno.
La intranquilidad de ese sector de la sociedad vasca había quedado expresamente de manifiesto en la reunión que celebró las pasadas Navidades el ex lendahakari José Antonio Ardanza con todos los miembros (nacionalistas) de sus sucesivos gabinetes.
El encuentro con esa veintena de personas, que se ha convertido en una especie de tradición navideña, alcanzó un cierto clímax político porque muchos de los asistentes pidieron a Ardanza que ejerciera su autoridad moral dentro del partido de una forma más efectiva. La respuesta de Ardanza fue absolutamente negativa. 'Salimos de allí frustrados y deprimidos porque no vimos ninguna reacción ni posibilidad de que se introduzcan mecanismos de corrección', relató uno de los asistentes.
El contenido de la reunión llegó a la dirección del partido, que se mostró tranquila por la postura del ex lehendakari y satisfecha por su gran control del aparato. Algunos dirigentes, sin embargo, insistieron en la necesidad de 'hacer algo' para tranquilizar a ese sector nacionalista 'tan perplejo'.
La 'promesa' de la dirección del PNV no ha llegado, pese a todo, a discutirse formalmente ni a profundizarse. El debate con los dirigentes de la actual ejecutiva del PSOE no existe. Los socialistas, tantos vascos como 'de Madrid', mantienen sin fisuras la estrategia que han venido desarrollando en los últimos meses: nada es posible mientras que no se celebren las elecciones autonómicas.
Y mientras que no se produzca esa convocatoria tampoco el propio PNV está dispuesto a matizar mucho más su posición. De hecho, durante la pasada semana sus principales esfuerzos se han dirigido en otra dirección: negociar acuerdos con EA para presentar listas comunes. La unión quedaría facilitada por la posibilidad de que Carlos Garaikoetxea haya decidido no presentarse ni como diputado.
Los contactos en esa otra dirección se han establecido incluso con representantes de corrientes de Euskal Herritarrok (EH), para analizar la posibilidad de incorporar en las listas del PNV algún nombre conocido. Se trataría de atraer a votantes críticos de EH, que según las encuestas puedan estar pensando en abstenerse. Las conversaciones 'están muy verdes', de acuerdo con la expresión de un político nacionalista, que considera las negociaciones de este tipo 'muy delicadas'. Reservar espacio en una lista -y en un lugar en el que esté garantizada la elección- significa dejar fuera a otro posible candidato, de tus propias filas.
La estrategia preelectoral del PNV pasa por intentar retomar la iniciativa y por intentar abrir boquetes en la situación de aislamiento político en la ahora que se encuentra, tanto dentro de España como a nivel internacional.
La irritación de la dirección del Partido Nacionalista Vasco con lo que considera una campaña exitosa del PP es enorme y no pierde ocasión de demostrarlo. La última oportunidad fue la visita del presidente del Gobierno, José María Aznar, a Vitoria el pasado día 24 para presentar un programa para el desarrollo de la sociedad de la información. El lehendakari, Juan José Ibarretxe, que estaba invitado oficialmente, se excusó alegando 'problemas de agenda'.
La dificultad para reabrir el curso político es, sin embargo, grande. Cualquier propuesta queda a expensas de los atentados criminales de ETA. La circunstancia de que en las últimas semanas la organización terrorista hubiera fallado varios atentados había puesto algo de sordina en la violenta situación vasca. Pero la bomba que acabó con Ramón Díaz el pasado viernes eliminó esa sordina y volvió a sacar a la calle, en San Sebastián, a varios miles de personas. La actividad parlamentaria, que se reinicia esta semana, está también prácticamente congelada. Los nacionalistas temen, incluso, que sean los populares y socialistas quienes consigan tomar la iniciativa y profundizar la sensación de parálisis del Gobierno de Vitoria. Por eso son cada vez más quienes piensan, dentro del PNV, que sería razonable disolver el Parlamento antes de Semana Santa y celebrar elecciones a finales de mayo.
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