_
_
_
_

Escalofriante 'Requiem' con Abbado

Jornada histórica del Orfeón Donostiarra con la Filarmónica de Berlín

Berlín se ha adelantado un par de días con este Requiem a la fecha del centenario de la muerte de Verdi. La capital alemana vive inmersa en Verdi. Sus teatros ofrecen 35 representaciones de sus óperas. El acto central es, no obstante, el Requiem con Abaddo.

La mayor originalidad de la concepción de Abbado ha sido juntar tres coros, dos de ellos de un nivel técnico apabullante, el de la Radio de Suecia y el de Cámara de Eric Ericson, y un coro no profesional, el Orfeón Donostiarra, con un color y un estilo en que sale, por encima de todo, la emoción. En total cantaron unos 70 suecos y 80 donostiarras. La idea de complementar el norte y el sur de Europa, la precisión con la calidez, la cabeza con el corazón, ha sido genial. Los suecos ponían la seguridad y los donostiarras el sentimiento. Sobrecogieron en los pianísimos y pusieron los pelos de punta en los momentos dramáticos, manteniendo cada coro su personalidad, lograron un efecto global de una riqueza de matices que no tiene cada grupo por separado.

En el cuarteto vocal de lujo destacaron, si cabe, las dos mujeres: impresionante la Lacrimosa, de Daniela Barcellona; estremecedor el Libera me de Angela Gheorghiu y emotivo el dúo de ambas en el Agnus dei. Lució también una buena línea de canto Roberto Alagna.

La dirección de Abbado fue sensacional, con una Filarmónica de Berlín entregada, volviendo a demostrar que es un mecanismo de perfección. Además, en esta ocasión, tocó con un espíritu cantabile admirable en todas sus secciones, desde la cuerda hasta la percusión. La tensión musical, el humanismo a flor de piel que Abbado imprimía, desembocaba en una mezcla de tragedia y esperanza, de dolor y ternura, de dramatismo e irresistible seducción melódica.

El éxito fue impresionante. Quince minutos de aclamaciones (reloj en mano), con el público puesto en pie, da una idea de la clamorosa reacción. Abbado no quiso recoger en solitario ni siquiera los aplausos de la orquesta, compartiendo siempre sus salidas con los cantantes, con los coros o con su propia Filarmónica. Su aspecto de debilidad física no repercutió en absoluto en la fuerza de su interpretación. Berlín está a sus pies.

El Orfeón, arropado por una delegación del Gobierno vasco encabezada por la consejera de Cultura, se superó a sí mismo y deslumbró. Les puedo asegurar que nunca escuché nada igual ni vi un clima emocional tan tenso en una sala de conciertos.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_