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MacArthur vuelve

Una navegante británica disputa el triunfo a los hombres en la Vuelta al Mundo para solitarios

'Vi un barco, el Austral-Leader, y hablé con él por radio. Iban 32 tripulantes, todos hombres, que salían tres meses a pescar. Parecían ser un poco tímidos y no creían que iba sola a bordo. Me preguntaron el nombre y me dieron la posición de un pequeño islote que no figura en las cartas marinas...Son cosas que siempre te pueden ser útiles'. Este relato lo hizo Ellen MacArthur, británica de 24 años, cuando navegaba a finales del año 2000 muy al sur de Nueva Zelanda, cerca del paralelo 50, en su barco de 18,28 metros de eslora (60 pies) el Kingfisher. Iba ya tercera de la Vendée Globe, la impresionante Vuelta al Mundo para marinos solitarios y había salvado hasta despertares con el sobresalto de verse rodeada de icebergs no detectados por su radar. Ahora, incluso puede ganar. Es el mayor asombro humano frente al material, expresado también en estos momentos en la Regata del Milenio que disputan los enormes catamaranes (barcos de dos cascos) auténticos fórmula 1 de la vela, con 14 tripulantes. Éstos tienen hasta 33,5 metros de eslora y 900 metros cuadrados de superficie vélica, el doble de los que puede llegar a utilizar con vientos portantes el monocasco de MacArthur.

Menuda, con sólo 1,57 metros de estatura, es el mejor ejemplo de que la mujer puede derrotar al hombre en deportes de resistencia y a igualdad de material. Actualmente, además, la mejor tecnología permite un mayor dominio de los barcos sin recurrir tanto a la fuerza física. A Ellen le han construido uno a su medida, incluso con un cuadro de mandos de 40 kilos en el puente que le facilita las maniobras. Y también está su astucia para evitar más que los hombres el enfrentamiento directo con los elementos. Así, anticipándose a condiciones duras de mar y viento, en un barco con aparejo normal y teóricamente menos rápido, ha reducido las temidas averías, muy graves para un navegante solitario.

La regatista británica vuelve, después de bajar el Atlántico, cruzar el Índico y el Pacífico, y no precisamente como el general estadounidense a Filipinas en 1944 tras abandonarla en 1942 por la invasión japonesa. Lo hace subiendo de nuevo por el Atlántico, tras haber rodeado hace ya días el mítico cabo de Hornos, rumbo al puerto francés de Les Sables d'Olonne, de donde salió el 9 de noviembre la flota con varios días de retraso a causa de un tremendo temporal. La mar hacía saber una vez más su fuerza y recordaba la tragedia de cuatro años antes, cuando en la pasada edición desapareció el canadiense Gerry Roufs y casi les ocurrió lo mismo al británico Tony Bullimore y al francés Thierry Dubois, salvados ambos en condiciones extremas. El primero, incluso resistió hasta el rescate refugiado en su barco volcado completamente por un temporal en pleno Índico sur. Esta vez, como en el Pacífico, las condiciones han sido mucho más clementes.

MacArthur partió junto a 22 hombres y otra mujer, la francesa Catherine Chabaud, una veterana de 38 años, que va séptima de la clasificación, a 500 millas de ella, justamente en la mitad de los 14 que continúan en la regata. MacArthur ha ido de menos a más. Se ha acercado a unas 90 millas del líder, Michel Desjoyeaux, y saca otras 200 a Marc Thiercelin y a Roland Jourdain, los únicos que parecen ya aspirar al triunfo en una de las muchas espectaculares aventuras transoceánicas de la vela actual.

Ellen y Catherine, ambas solteras (de los 22 hombres que empezaron la Vendée Globe 18 están casados o tienen pareja) son la atracción de las grandes regatas en solitario tras la retirada de la última gran dama de los mares, la francesa Isabelle Autissier. Ella, como su ilustre predecesora, Florence Arthaud, vencedora hace ya 10 años de la Ruta del Ron, marcaron una época y llegaron a codearse con los hombres. Chabaud fue sexta en la anterior edición y además de ser segunda en la Transat para dos tripulantes, Le Havre-Cartagena de Indias, en 1999, llevó la caña y al equipo de Francia a la victoria en la famosa Fastnet de la Admiral's Cup. Ahora quiere ya dejarlo y formar una familia.

Ellen es el futuro. Fue quinta precisamente en la Ruta del Ron de 1998 y primera clasificada en su categoría. Después ganó la Regata de Europa 1999 y, su primer gran triunfo transatlántico fue la Transat inglesa de 2000, entre Plymouth y Newport. Lo logró ya con el mismo Kingfisher en el que ahora circunnavega el mundo, construido unos meses antes en la Marten Marina de Auckland. Volvió a Europa en el barco, aunque sólo navegó en solitario cinco semanas por el Atlántico. Fue un aperitivo.

MacArthur, al parecer, siempre vuelve.

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