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Alberto García-Alix presenta su mirada frontal sobre el mundo en una retrospectiva en Tecla Sala

'La técnica no es tan importante, se aprende a medida que vas tirando fotos, pero lo que vas educando es el ojo, la manera de mirar. Yo tengo una mirada frontal sobre las cosas, y cuando he intentado cambiar he visto que no funciona'. Esta mirada frontal, entre dura y poética, de Alberto García-Alix (León, 1956) es la que se exhibe, desde hoy y hasta el 25 de marzo, en la Sala Molí del centro cultural Tecla Sala de L'Hospitalet. La retrospectiva, organizada por el colectivo La Fábrica de Madrid, reúne un centenar de fotografías realizadas entre 1978 y 2000.

'La etiqueta que siempre se le ha puesto a García-Alix es la de famoso fotógrafo de la movida madrileña', dijo ayer Victoria Combalía, directora de exposiciones de Tecla Sala. 'Pero no es sólo un documentalista, es también uno de los mejores fotógrafos que tiene España, como demuestra el hecho de que en 1999 se le concedió el Premio Nacional de Fotografía'.

'Lo de fotógrafo de la movida es una etiqueta que no me corresponde', afirmó García-Alix. 'La gente que yo retrataba era la que tenía cercana, mi entorno en los momentos de calma. A los conciertos no iba con la cámara'. Explicó más tarde que hubo muchas movidas y que en su mayor parte la protagonizaron jóvenes anónimos con ganas de huir del entorno gris de la época y, sobre todo, de divertirse. Él fue uno de sus vividores, posiblemente también de los inspiradores, que al final se hicieron famosos. Por ejemplo, según explica la biografía del catálogo de la exposición, en 1986 se celebró en la Sala Universal de Madrid un concierto con los grupos Pistones, Malevaje, Los Coyotes, Ana Curra y Gabinete Caligari. El lema era Por una causa justa. La 'causa justa' era conseguir fondos para reparar la Harley-Davidson de García-Alix, averiada tras un accidente.

Apasionado por las motos, el ron Negrita, el rock, las drogas, los tatuajes, la historia y las mujeres, según suele contar él mismo, García-Alix es un personaje que aparentemente ha conseguido mantenerse coherente con su imagen contracultural pese a ser una de las figuras más mediáticas del mundo artístico. Celebró su primera individual en 1981 en la Galería Buades, sus trabajos se han publicado en numerosas revistas -desde Star, Disco Express y La Luna hasta los suplementos dominicales de casi todos los diarios nacionales, pasando por su último gran proyecto, El canto de la tripulación- y ha realizado portadas de discos para artistas como Camarón o Radio Futura, fotografía de moda para marcas de zapatos y películas... Su último proyecto es, precisamente, un filme documental realizado con unas 500 fotografías acompañadas de textos y música.

La retrospectiva que ahora recala en Tecla Sala tras una larga itinerancia tuvo como comisarios a Mireia Sentís y José Luis Gallero, que seleccionaron las imágenes de entre los cerca de 95.000 negativos del archivo del fotógrafo. El montaje se organiza en grandes bloques cronológicos sin que, de todas formas, aparezcan grandes cambios en la mirada del autor.

'Tu manera de ver no cambia', afirma. 'La depuras y limpias, pero la mirada no varía'. En todos los casos se trata de fotografías en blanco y negro en los que sobresalen los retratos de personas, unas conocidas y otras anónimas, que suelen mirar de frente a la cámara, posando y aparentemente mostrándose tal como son. También destacan los autorretratos y las imágenes de espacios urbanos que, de hecho, funcionan en ocasiones como autorretratos. Es el caso, por ejemplo, de Mi oficina (1980), imagen de una barra de bar, y de El lugar de mi confesión (1995), fotografía de un solar anodino. El sexo, la enfermedad, la droga, el amor, la belleza de los cuerpos o su tristeza son algunos de los grandes temas que aparecen en sus obras.

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Ayer explicó que casi nunca reencuadra las imágenes al positivarlas. 'Hago de mis defectos virtudes y, como soy miope, primero planteo la imagen tal como quiero verla', afirma. 'Lo que me gustan son los espacios vacíos y poco vistosos, por eso las imágenes tienen todas el mismo aire. También intentó no sólo reconocer al personaje, al que le pido que pose tal como yo quiero, sino también reproducir la luz que vi'. Comentó también que las fotografías de la exposición no las positivó él, por falta de tiempo, y esto modifica un poco el resultado. 'Están perfectas, pero yo no utilizo tanto contraste', reconoce. Se puede notar la diferencia con las últimas obras que cierran la exhibición y que sí realizó por completo. Estas fotografías se han sumado a la exposición de Tecla Sala -en una colaboración con la galería H2O, en donde expone habitualmente en Barcelona- para mostrar su trayectoria hasta 2000.

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