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Imputados sólo los dueños de la barca y un edil por el naufragio de Banyoles

La titular del Juzgado número 7 de Girona, que instruye el caso del naufragio del catamarán turístico del lago de Banyoles (Pla de l'Estany) en el que el 8 de octubre de 1998 murieron 21 jubilados franceses, ha resuelto que únicamente los dos propietarios de la embarcación, Simó Rodríguez y Bartomeu Gayolà, y el concejal de Medio Ambiente de la localidad, Josep Alsina, pueden tener alguna responsabilidad en el siniestro. La juez no ha implicado a la Capitanía Marítima, contrariamente a lo que ha venido reclamando el Ayuntamiento de Banyoles.

Los imputados deberán responder de la acusación de 21 delitos de imprudencia y otros 20 de lesiones. Pese a que la supuesta imprudencia provocó la muerte de 21 personas, el procedimiento judicial los tratará como si el naufragio hubiera ocasionado una única víctima. El fiscal no recurrirá contra el auto de la juez y estudia pedir las máximas penas posibles, que en todo caso no podrán superar los cuatro años de cárcel.

Las indemnizaciones a los heridos o a los familiares de las víctimas sí pueden ser cuantiosas y se decidirán en función de la edad y la incapacitación de las víctimas. El Ayuntamiento de Banyoles puede ser declarado responsable civil subsidiario si las pólizas de seguros de los propietarios de la embarcación y su patrimonio personal no alcanzan para hacer frente a las indemnizaciones, de ahí que se haya imputado al concejal de Medio Ambiente, puesto que, según un reglamento de usos del lago, la responsabilidad de la seguridad en él recaía en esta concejalía. A raíz del siniestro se descubrió que las embarcaciones del lago no tenían la documentación en regla y ni siquiera estaban matriculadas.

El naufragio del catamarán La Oca se produjo por la combinación del exceso de pasaje y la existencia de unos agujeros de ventilación practicados en la popa de la embarcación que no figuraban en su diseño original. Dichas aperturas tenían como objetivo refrigerar el sistema de propulsión de la nave, que había sido modificado para ganar velocidad. El sobrepeso hizo descender la línea de flotación y las aperturas se convirtieron en una vía de entrada de agua. Los jubilados franceses que llenaban la nave fallecieron a escasos metros de la orilla.

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