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Maragall azuza la crisis de CiU y anuncia una moción de censura a Pujol

Enric Company

Si Unió Democràtica, el partido perdedor en la batalla para hacerse con la dirección de la coalición CiU, rompe con Convergència, sus 14 diputados podrán votar la censura al Gobierno de Pujol. Maragall les dará esa oportunidad. El líder socialista lo anunció en el debate parlamentario en el que Pujol comunicó que ha delegado en Mas parte de sus funciones ejecutivas y le ha nombrado consejero de Presidencia.

La intervención de Pujol ante la Diputación Permanente del Parlament no aportó ninguna novedad a lo ya conocido desde que firmó el decreto de delegación. Se trata de una delegación de facultades ejecutivas que no implican siquiera que Pujol deje de presidir las reuniones del Gobierno catalán, como hizo en la de ayer mismo. Pujol aprovechó la ocasión para asegurar, además, que no piensa retirarse ni del cargo ni de la política antes del final de la legislatura. 'No tengo intención de abandonar ninguna responsabilidad política ni institucional a media legislatura', afirmó.

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Maragall anuncia una moción de censura a Pujol

La eventualidad de que prospere una moción de censura es nula si no hay ruptura de CiU. El presidente del PP catalán, Alberto Fernández Díaz, garantizó a Pujol que 'el guarismo 68-67', que resume la relación de fuerzas en el Parlament en favor de la mayoría de CiU y el PP, 'seguirá siendo una realidad durante toda la legislatura'. Lo único que exige a cambio el PP, reiteró, es que 'no haya aventuras soberanistas'. Por lo mismo, el portavoz de CiU, Ramon Camp, auguró el fracaso de Maragall. El líder de Esquerra Republicana (ERC), Josep Lluís Carod, tomó el anuncio del socialista como un brindis al sol y Rafael Ribó, de Iniciativa-Verds, recordó que, en dos semanas, Maragall ha hablado de gobierno de coalición entre el PSC y CiU, ha dicho que Pujol debiera someterse a una moción de confianza y ayer anunció una moción de censura. 'A ver si se aclara', dijo.

Maragall se basaba, no obstante, en que tanto los tres partidos de la oposición como el aliado de Pujol, el PP, reprocharan duramente al presidente que haya provocado una crisis de gobierno para dirimir un asunto interno de la coalición, la primacía entre Artur Mas y el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, ambos aspirantes a encabezar la candidatura de CiU en las próximas elecciones autonómicas.

Carod le recriminó que haya situado en el centro de su actuación 'la batalla por su sucesión, como si esto fuera una monarquía', y sostuvo que en la práctica Pujol 'se ha convertido en el jefe de campaña de Mas' y que ése es el verdadero motivo de esta reestructuración del Gobierno. Y la crisis no ha concluido, insistió, pues el propio Duran ha anunciado a sus colaboradores que tiene previsto abandonar el Gobierno dentro de dos meses.

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Un poco más lejos fue Ribó cuando acusó a Pujol de tener una concepción patrimonial del cargo que ejerce desde hace 21 años 'en beneficio de su círculo personal' y con la pretensión de preparar 'una sucesión dinástica al estilo del todo 'atado y bien atado''.

Ninguno de los grupos parlamentarios cuestionó la facultad de Pujol de delegar funciones ejecutivas, pero tampoco se creyó ninguno la causa aducida por el presidente. Éste afirmó que pretendía introducir 'elementos nuevos en la forma de ejercer la presidencia', que le permitieran dedicar su atención a problemas como 'el fomento de la conciencia ciudadana o la globalización'. Desde luego no se trata, aseguró, 'de un cambio de línea política ni de renuncia' de sus responsabilidades.

Tan poco convincente fue la explicación que Maragall le espetó: 'Su intervención nos ha convencido de que es mejor que delegue'.

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